14. A punto de desenlazar

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El tiempo en la U.A. parecía moverse con más rapidez que nunca, aunque para Izuku, los días seguían siendo una constante montaña rusa de emociones. Las pequeñas interacciones con Bakugou, los momentos compartidos en el entrenamiento, y la creciente conexión entre ambos lo hacían sentir cada vez más ansioso. Sabía que estaban cerca de algo grande, de un punto de inflexión en su relación. Y con cada día que pasaba, la necesidad de aclarar sus sentimientos se volvía más urgente.

Ese día, la clase de héroes estaba programada para un entrenamiento de simulación de rescate. Todos en el aula parecían emocionados, como siempre, pero para Izuku, había una tensión interna que no podía sacudirse. Se sentó en su escritorio, mirando a Bakugou desde la distancia. El rubio estaba en su lugar habitual, con su mirada fija en la pizarra, pero Izuku sabía que había algo detrás de esa fachada fría y distante.

"Hoy es el día," se dijo a sí mismo, tomando una decisión. No podía seguir guardando todo dentro. Sabía que había llegado el momento de confrontar lo que sentía por Bakugou, por más aterrador que fuera.

El entrenamiento
El simulacro de rescate fue intenso, pero Izuku apenas podía concentrarse en las instrucciones de Aizawa. Todo su enfoque estaba en Bakugou, en cómo se movía, cómo lideraba a su equipo con esa confianza arrolladora que siempre había admirado. A lo largo del ejercicio, sus ojos seguían inevitablemente al explosivo héroe, su mente en una espiral de pensamientos y emociones.

Bakugou, por su parte, parecía ajeno a la mirada insistente de Izuku, aunque en más de una ocasión, el rubio había lanzado una rápida mirada en su dirección, como si también estuviera sintiendo esa tensión. Pero cada vez que sus ojos se encontraban, Bakugou apartaba la vista con brusquedad, como si rechazara cualquier posibilidad de conexión.

Cuando el entrenamiento finalmente terminó, Izuku sentía que su oportunidad estaba cerca. Se quedó un poco más en el área de simulación, fingiendo revisar su equipo mientras el resto de sus compañeros comenzaban a dispersarse. Finalmente, vio a Bakugou caminando hacia la salida, con su típica expresión seria y decidida.

Izuku tomó aire profundamente. "Ahora o nunca," pensó.

—¡Kacchan! —llamó, su voz más firme de lo que esperaba.

Bakugou se detuvo, sus hombros tensándose por un segundo antes de darse la vuelta lentamente para mirarlo.

—¿Qué quieres, Deku? —preguntó, con ese tono brusco que siempre usaba, pero esta vez había algo más en su voz. Izuku lo notó. Había una leve grieta en su muro habitual.

Izuku caminó hacia él, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Había practicado este momento en su mente incontables veces, pero ahora que estaba frente a Bakugou, todas las palabras que había preparado parecían desvanecerse.

—Kacchan, yo… —empezó, buscando las palabras adecuadas. Bakugou lo miraba, impaciente, pero también curioso.

—¿Qué? ¿Vas a decir algo o no? —Bakugou frunció el ceño, pero no hizo ningún intento de irse.

Izuku respiró profundamente y, por primera vez, dejó que las palabras fluyeran desde el fondo de su corazón, sin pensarlas demasiado.

—Kacchan, ya no puedo seguir ignorándolo. No puedo seguir fingiendo que lo que siento por ti es solo admiración o respeto. He estado guardando esto por tanto tiempo, y ya no puedo más. —Las palabras salieron apresuradamente, pero con una sinceridad que sorprendió a ambos—. Me importas… más de lo que debería. Y no sé qué hacer con estos sentimientos.

El silencio que siguió fue aplastante. Bakugou lo miraba fijamente, sus ojos entrecerrados, pero no había ira en su rostro. Parecía estar procesando lo que acababa de escuchar, luchando internamente con una mezcla de emociones.

—¿Qué demonios estás diciendo, Deku? —dijo finalmente, pero su voz sonaba menos agresiva que de costumbre. Estaba más sorprendida que otra cosa.

Izuku bajó la mirada por un segundo, pero luego volvió a levantarla, decidido a no retroceder ahora.

—Lo que siento por ti, Kacchan… es más que solo rivalidad. Es más que solo respeto. Te… te quiero, de verdad. Y no sé si tú sientes lo mismo, pero necesitaba decírtelo.

Las palabras flotaron en el aire entre ambos, como una bomba a punto de explotar. El silencio que siguió fue tan pesado que Izuku apenas podía respirar. Por un momento, temió lo peor, que Bakugou reaccionara con enojo o lo rechazara por completo.

Pero en lugar de eso, Bakugou permaneció en silencio, mirando a Izuku con una expresión indescifrable. Sus puños estaban apretados a los costados, y su mandíbula estaba tensa, como si estuviera conteniendo algo.

Finalmente, Bakugou dio un paso hacia él, su mirada fija en la de Izuku.

—¿Crees que esto es fácil para mí? —murmuró, su voz más baja de lo habitual, casi temblorosa. Sus ojos estaban llenos de emociones contradictorias—. ¿Crees que no me he dado cuenta de lo que estaba pasando? Maldita sea, Deku, siempre estás ahí, siempre… siempre cerca, y me vuelves loco. Pero no puedo… no puedo permitirme sentir algo por ti.

Izuku sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Bakugou estaba siendo honesto, algo que rara vez hacía, y eso lo conmovió profundamente.

—Kacchan, no tienes que reprimirlo —dijo suavemente—. No tienes que luchar contra lo que sientes.

Bakugou lo miró con una mezcla de frustración y algo más profundo, algo que Izuku no había visto en él antes: vulnerabilidad. Era como si toda la coraza que Bakugou había construido a lo largo de los años estuviera empezando a desmoronarse frente a él.

—¡No lo entiendes, maldito nerd! —gritó finalmente, su voz temblando de rabia contenida—. Esto no debería estar pasando. No debería sentirme así contigo. ¡Siempre he sido el mejor! Siempre he estado adelante, y tú… tú siempre me has seguido. No debería…

Sus palabras se cortaron bruscamente, y por un segundo, Izuku pensó que Bakugou iba a explotar, pero en lugar de eso, lo que hizo lo dejó sin aliento. En un movimiento rápido y desesperado, Bakugou lo tomó por la camisa y lo acercó hacia él. Sus labios se encontraron en un beso feroz, cargado de toda la emoción reprimida que ambos habían estado llevando durante tanto tiempo.

Izuku sintió cómo su corazón se detenía por un instante, incapaz de procesar lo que estaba sucediendo. El beso fue breve, intenso, pero fue suficiente para que ambos sintieran el peso de lo que habían estado ocultando durante tanto tiempo.

Cuando Bakugou se separó, respiraba con dificultad, sus ojos aún llenos de esa mezcla de furia y deseo que lo caracterizaba.

—No vuelvas a hablar de esto, Deku —dijo con la voz baja y amenazante, pero Izuku notó que había algo diferente en su tono, algo que no era pura ira—. No quiero que pienses que esto cambia nada.

Izuku lo miró, aún aturdido por lo que acababa de pasar, pero una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

—Lo cambia todo, Kacchan —susurró—. Lo sabes tanto como yo.

Bakugou no respondió. Simplemente se dio la vuelta y se alejó rápidamente, dejando a Izuku solo en la sala de entrenamiento, su corazón aún latiendo descontroladamente en su pecho.

Izuku se llevó una mano a los labios, aún sintiendo el calor del beso de Bakugou. Sabía que las cosas no serían fáciles, que aún había muchas barreras que romper. Pero en ese momento, supo que estaban más cerca de lo que jamás habían estado.

El desenlace estaba a la vuelta de la esquina.














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