Capitulo 24

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Narrador

A medida que las horas pasaban en el hospital, el ambiente en la habitación de Maddie se llenaba cada vez más de calidez y amor. Aunque el cansancio y las emociones eran evidentes en todos los presentes, había una sensación compartida de alivio, como si el peso de los días anteriores se hubiera levantado poco a poco.

Maddie, aún algo frágil por todo lo que había vivido, se recostaba en la cama, rodeada por su familia y los amigos que tanto la querían. Lamine no se alejaba de su lado, sosteniéndole la mano, mientras conversaban sobre los próximos pasos. Todos entendían que lo importante ahora era su bienestar físico y emocional, pero la noticia del bebé también había traído una luz inesperada a sus vidas.

Mientras charlaban, el pequeño Jay, con su inocencia infantil, trepó a la cama de Maddie y la miró con sus grandes ojos curiosos.

-¿Maddie, estás mejor? -preguntó con un tono dulce.

Maddie sonrió, acariciando el cabello de su hermano menor con ternura.

-Sí, pequeñín, estoy mucho mejor ahora que estás aquí -respondió, conmovida por su preocupación.

Valeria, emocionada por la noticia del bebé, ya había comenzado a hacer preguntas sobre su futuro primito o primita.

-Tía Maddie, ¿cuándo nacerá el bebé? -preguntó, su carita iluminada por la anticipación.

Maddie rió suavemente mientras miraba a Lamine, quien sonrió al escuchar la pregunta de Valeria.

-Aún falta mucho, Valeria -respondió Lamine, inclinándose hacia su sobrina-. Pero cuando nazca, tú serás una de las primeras personas en conocerlo, te lo prometo.

Valeria se llenó de orgullo y abrazó a Lamine, feliz de ser parte de este nuevo capítulo que estaba por comenzar en la familia.

El día transcurrió en un constante ir y venir de visitas y conversaciones tranquilas. Eva, la madre de Maddie, no dejaba de mirarla con una mezcla de alivio y admiración. Durante una pausa en las conversaciones, se acercó a su hija y, tomándola de la mano, susurró:

-Hija, has pasado por tanto... No puedo imaginar lo que has sentido, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, siempre. Vamos a salir de esto juntas.

Maddie, con los ojos llenos de lágrimas, asintió. Sabía que el camino de recuperación sería largo, tanto para ella como para Lamine, pero también entendía que no estaba sola. Su familia, sus amigos, y sobre todo, su futuro hijo, le daban una fuerza renovada que no había sentido antes.

Mientras la tarde avanzaba, el hospital comenzó a llenarse de una paz más profunda. Las luces del día se desvanecían, pero en la habitación de Maddie, la calidez humana seguía presente. Héctor, Ferran, Pedri, Gavi, Alejandro y Fermín se turnaban para hacer chistes, tratando de aligerar el ambiente. Sunny, siempre cercana, le daba pequeños consejos a Maddie sobre cómo cuidar de sí misma en los próximos días, con su tono siempre maternal.

Finalmente, el médico regresó para hacer una última revisión del día. Después de algunas preguntas sobre cómo se sentía Maddie y una breve evaluación, sonrió.

-Estás mejorando muy bien, Maddie. Con descanso y el apoyo de los tuyos, estoy seguro de que en poco tiempo estarás de regreso en casa. Pero recuerda que también es importante que cuides de tu salud emocional. No tengas miedo de buscar ayuda si lo necesitas -dijo con empatía, entendiendo que el trauma podía tomar tiempo para sanar.

Maddie y Lamine asintieron, agradecidos por las palabras del médico. Ambos sabían que había un largo camino por delante, pero por primera vez en días, sentían que podían enfrentarlo con la esperanza renovada que les brindaba el futuro bebé.

Verte así - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora