Capitulo 10

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Pasó una semana desde la despedida de Sheila y Mounir, y poco a poco Lamine empezó a mostrar signos de sanación. Aunque el dolor aún estaba presente, había comenzado a encontrar algo de paz en los pequeños momentos cotidianos. Los amigos seguían viniendo a visitarlo, y Maddie se mantuvo a su lado, ayudándolo a retomar las riendas de su vida poco a poco.

Una tarde, después de un largo paseo con Keyne por el parque, Maddie y Lamine se sentaron en la sala de estar, viendo al pequeño jugar con sus juguetes. Keyne había sido una gran distracción para ambos en medio del dolor, su risa y energía llenaban la casa, devolviendo un poco de la luz que se había perdido en los últimos días.

Maddie, observando a Lamine y a Keyne juntos, sintió que era el momento adecuado para hablarle sobre algo que llevaba días pensando. Tomó una respiración profunda, tratando de encontrar las palabras correctas.

—Lamine... hay algo que he estado pensando y quiero hablarlo contigo —comenzó, con voz suave.

Lamine se volvió hacia ella, con una expresión atenta y curiosa.

—Claro, Maddie. ¿Qué pasa?

Maddie tomó la mano de Lamine y lo miró a los ojos.

—He estado pensando mucho en Keyne, en lo que pasó con tus padres y en todo lo que ha sucedido últimamente. Sé cuánto significa para ti, y también para mí. Lo amo como si fuera mi propio hermano, pero creo que podemos hacer más por él. Me gustaría adoptarlo legalmente, Lamine. Quiero que Keyne sea nuestro hijo, y que tenga la seguridad de que siempre estaremos aquí para él, pase lo que pase.

Lamine la miró en silencio durante unos segundos, procesando lo que acababa de escuchar. Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero esta vez no eran de tristeza, sino de una profunda emoción. No había considerado esa posibilidad, y escuchar a Maddie proponerlo le llenó el corazón de calidez.

—¿De verdad, Maddie? —preguntó, su voz quebrándose un poco—. ¿Estás segura de esto? Sé que es una gran responsabilidad, y no quiero que sientas que tienes que hacerlo solo porque yo...

Maddie negó con la cabeza antes de que pudiera terminar.

—No, Lamine. No es solo por ti. Es porque lo siento en el corazón. Keyne merece tener una familia completa, y yo quiero ser parte de eso. Sé que esto es algo que tus padres habrían querido también, que él estuviera rodeado de amor y apoyo. No podría imaginar hacer esto de otra manera.

Lamine se inclinó hacia ella y la abrazó con fuerza, sus lágrimas rodando por sus mejillas. Maddie correspondió el abrazo, cerrando los ojos y dejando que el momento los envolviera. Lamine sintió cómo una pesada carga se aligeraba de sus hombros. La idea de adoptar a Keyne era más que un acto de responsabilidad; era un acto de amor, una promesa de que siempre estarían allí para él, sin importar lo que sucediera.

—Gracias, Maddie. No sé cómo agradecerte todo lo que haces por mí, por nosotros —susurró Lamine, todavía abrazándola.

—No tienes que agradecerme nada, Lamine. Somos una familia, y siempre nos cuidaremos entre todos. Keyne es parte de eso, y siempre lo será.

Keyne, que había estado jugando en el suelo con sus juguetes, se acercó a ellos al notar la emoción en el aire. Se subió al sofá y se acomodó entre los dos, mirando a Maddie y a Lamine con sus grandes ojos curiosos.

—¿Qué pasa? —preguntó con su voz inocente, sin comprender del todo lo que estaba sucediendo, pero sintiendo el amor que los envolvía.

Maddie sonrió y acarició el cabello de Keyne.

—Nada, pequeño. Solo estábamos hablando de cuánto te queremos.

Keyne sonrió ampliamente y los abrazó a ambos, cerrando sus pequeños brazos alrededor de Maddie y Lamine.

Verte así - Lamine YamalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora