El sonido del río siguiendo su camino era música para todo aquel que la escuchara, el canto de los pájaros y de los numerosos grillos y otros insectos daban un mejor contraste del lugar en el que aquella pobre alma se encontraba varada.
El sol ya estaba a tan solo unos minutos de salir en su totalidad, dando inicio de un nuevo día para todos, incluyendo a él.
Después de estar abrazando la oscuridad de la noche por varias horas, el cuerpo del chico finalmente resiviria los rayos de luz de la estrella madre, dejando ver a todos los insectos y aves del lugar el mojado, sucio y herido cuerpo de aquel castaño.
Después de un tiempo incalculable, el río finalmente había dejado al cuerpo moribundo de aquel hombre en una de sus orillas, entregando toda la responsabilidad a la naturaleza de los árboles y demás.
"H-hm..."
No sabia cuantas horas estuvo desmayado, pero al recobrar poco a poco su consciencia, no tardo en mover su cara aún lado para poder respirar mejor. Su cara, apesar de estar llena de barro y heridas recientes, había encontrado por un momento la paz. Sus ojos cerrados, disfrutando todo el sonido de la naturaleza, era algo que había olvidado hace años...
Este sentimiento de tranquilidad... había sido olvidado.
Sentía cómo sus ropas habían sido desgastadas por su viaje, incluso aquella camisa que alguna vez había sido de color blanco, ahora era de un color marrón. Pero a él no le importan sus ropas, ahora solo queria descansar.
Quizás otra persona se habría tomado la molestia de levantarse del suelo he ir a buscar un refugio para descansar mejor y no ser devorado por algo, pero los dias sin dormir ni comer ya habían pasado factura al pobre muchacho quien sólo trataba de consolidar el sueño una vez más.Pero pensándolo mejor... ¿no ser mejor dormir con la sed y hambre saciada?
Cómo todo ser vivo, el hambre y la sed no le dejaron cometer sus intentos de dormir.
"O-oh..." Iba a decir un insulto, pero no tenía energías para ello.
Con dificultad debido al dolor de su cuerpo, el castaño daría una vuelta en el suelo para quedar boca arriba, con dirección al cielo celeste.
Mientras sus pestañas se abrían pesadamente, la luz hizo lo suyo, dejando temporalmente cegado al chico.
"Y-y... una-"
Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz del sol, las palabras del chico se quedaron en su boca al ver cómo una mujer estaba mirándolo directamente a sus ojos.
El castaño no prestaría atención al instante sobre la vestimentas que llevaba aquella mujer ni nada por el estilo, solo se quedó mirando los ojos color sangre de ella.
Los ojos de la mujer no decían nada, todo lo contrario a los ojos azules del chico los cuales poco a poco sucumbian al miedo y al lamento. Segundos después, algunas palabras sin sentido saldrían de su boca.
Cerrando sus ojos, el chico se calmaria un poco, Aceptando su destino.
"Sólo... hazlo..." Con cansancio y debilidad, aquellas palabras saldrían del chico.
"¿Hacer qué, viajero?" Correspondió la mujer sin perder de vista a los ojos cerrados del chico.
"..."
La mujer no resiviria ninguna respuesta, y sólo se encontraba con el rostro de un hombre tembloroso pero decidido.
"Oh, viajero... ¿no tienes miedo a que mis hechizos te conviertan en comida?" Habló nuevamente la mujer, sin mover un solo músculo.
"Miedo... he sentido eso por mucho tiempo, pero ahora no... no pienso permitir que lo último que sienta sea miedo" Respondió sin abrir sus ojos.
"Un hombre triste y valiente, pero tus ojos están heridos, y no quieren ver tú sendero" Dijo la mujer.
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Un nuevo mundo/ Arknights
AcakTakeshi, un adolescente de diecisiete años, era uno de los millones y millones de humanos que habitaban el planeta tierra. Pero todo daría un giro cuando en una de sus siestas, despertaría en un lugar diferente. Precisamente, en un sarcófago. Ahora...