Capitulo tres

247 46 6
                                    

3. Convivencia

Rosé trabajaba en su computador, mientras hablaba por teléfono, la rubia daba indicaciones hasta que Lisa paso frente a ella, parecía un tanto dormida, ¿acaso era sonámbula? Era media noche, y la castaña caminaba con una camisa y unos boxers, ¿eso era un bulto? Rosé parpadeo enfocando su mirada en esa zona, y si, era un bulto cuando Lisa bostezo y llevo su mano derecha a esa zona y supuso que se acomodo su paquete.

-¿Entonces quiere que envíe el producto que solicitó el cliente?-La subordinada de la rubia le pregunto volviéndola a la realidad.

-Si Henna, envíalo, y deja de llamar a mis obras de arte "producto" es mi trabajo, no mercancía.-Regaño la rubia, su empleado sonrió un poco.

-Claro jefa, y lo siento, deberías dormir, ya es media noche.-Rosé terminó la llamada, siguió con la mirada a la castaña que caminaba a la cocina, tomo una botella de agua, y paso frente a ella nuevamente mientras bebía la botella, la rubia vio con sorpresa como Lisa acomodaba su bulto nuevamente y se encerraba en su habitación nuevamente, si era una acción qué solía ver en sus novios, una que en realidad le molestaba, pero en esa situación, sé sintió intrigada.
La rubia apago todo y caminó a su habitación, con Lisa no se sentía incomoda, en un par de semanas se habían adaptado bastante bien, no sabia a que se dedicaba, pero solía salir a practicar hiking, llevaba una cámara y volvía al atardecer, en cuanto la cabeza de Rosé toco la almohada, quedó profundamente dormida.

Lisa se despertó con hambre y ganas de ir al baño, por la madrugada se levanto a beberse una botella de agua de un trago, por lo que su vejiga llena la obligó a correr, sé preparo con normalidad cuando noto que Rosé seguía en su habitación supuso que aun dormía y decidió que era un buen momento para prepararle el desayuno a la rubia.
La castaña no tenía muchos dotes de cocinera, pero sabía preparar unos deliciosos pancakes, comenzó a prepararlos y a cortar frutas para acompañar el desayuno, Rosé despertó atraída por el delicioso aroma de la cocina, se levantó sorprendida de que su compañera estuviera en la cocina, la castaña solía utilizarla, pero por lo general se limitaba a calentar la pizza congelada en el horno, preparar sopas instantáneas, hasta el momento su mayor hazaña había sido unos macarrones con queso, y la propia rubia termino preparándolos porque la mayor había utilizado agua de mas en la primera ocasión y en su segundo intento, no utilizó agua suficiente creando una especie de masa quemada, y ahi estaba, frente a la estufa preparando unos deliciosos pancakes, su cocina estaba completamente desordenada, pero Rosé seria paciente y benevolente para no gritarle.

-¿Que huele tan bien?-Pregunto la rubia husmeando sobre el hombro de la castaña, casi provocándole un infarto a la mas alta que llevo su mano a su pecho.

-¡Carajo! Casi me da un infarto.-Se quejo Lisa pero sonrió de inmediato al ver el rostro de Rosé.

-Lo siento, ¿Y que preparas?-Cuestiono nuevamente la rubia, de nuevo vio el desorden que hacía la castaña únicamente vertiendo un vaso con leche.

-¡Nos preparo unos deliciosos Pancakes! Espera... ¿porque tus fosas nasales se abren así?-Lisa veía como la menor parecía bufar, Rosé de inmediato colocó su palma cubriendo su nariz apenada, nadie había notado antes esa única reacción que su cuerpo externaba ante la molestia, aparte de su abuelo, que solía reírse de ella cuando se molestaba.

-Es que... ¿como haces tanto desorden solo intentando hacer unos pancakes?-Lisa frunció el ceño y vio alrededor, sus mejillas cobraron un tierno color rojizo y se disculpó apenada.
-Es un agradable el gesto, muchas gracias.-La rubia comenzó a limpiar la cocina, mientras la castaña terminaba de cocinar, el silencio no era incómodo, pero ambas querían decir algo.
-¿Y que te trae a este aburrido pueblo fantasma?-Pregunto la menor, después de un tiempo viviendo juntas, pensó que debió ser la primer pregunta antes de aceptarla en su cabaña; y confirmo que su debió ser así cuando la castaña se tenso.

-Una larga historia...-Lisa respondió dandole la espalda a Rosé mientras tomaba mas leche del refrigerador.

-Ninguna tiene que salir de aquí, así que hay tiempo; es decir, si quieres contar tu historia.

La cabañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora