Capítulo 48: Ojalá me ayudes...

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3 de abril de 1943.

Edith

Hoy Kurt está cumpliendo veinticuatro años.

Y hoy André estaría cumpliendo diecinueve años.

Kurt y André nacieron el mismo día, a la misma hora con cinco años de diferencia. De pequeña le atribuía a esa elección del destino su parecido.

Kurt y André eran los más serios de los hermanos, compartían gustos en muchas cosas y ambos se apasionaban por la medicina. Quizá por éso siempre estaban tan unidos.

Irse compartía más gustos por Pierre, ambos adoraban a William Shakespare, adoraban cocinar y eran la cursilería personificada.

En cambio Oliver, Christoph y yo compartíamos gustos; apasionados por el arte -aunque Oliver era profesor de idiomas, era un cantante frustrado -, Christoph quería ser pintor más que nada en el mundo, yo quería ser actriz y diseñadora de modas; los tres íbamos cada que podíamos a ver obras de teatro y a leer juntos en el parque que quedaba enfrente de nuestra escuela.

A pesar de lo diferentes que podríamos llegar a ser, los siete éramos muy unidos. La guerra fortaleció a nuestra familia más de lo que alguna vez llegáramos a pensar.

Y fue cuando me dí cuenta que necesitaba saber de el resto de mis hermanos; Ilse, Oliver y Pierre. Mi única familia.

Bajé las escaleras rápidamente. Pues observé el reloj y Henry no tardaría en irse al campo, efectivamente cuando llegué al segundo piso, Henry estaba frente a la puerta listo para irse.

-¡Henry! -vociferé eufórica - necesito que me ayudes -musité acercándome a él, él tomó mis manos y las apretó con cariño.

-Lo que sea, Edith

-Necesito saber donde están mis hermanos -mi petición pareció tomarlo por sorpresa, pues sus ojos se abrieron como platos y frunció ligeramente el ceño -¿Puedes ayudarme a saber en qué campo están? - "¿O si están vivos siquiera?" Debí agregar, pero no quería permitirme pensarlo siquiera .

-No creo que sea tan fácil averiguar dónde están aunque tampoco imposible. Te prometo que te ayudaré a reunir a tu familia -una sonrisa abarcó mi rostro, pero se desvaneció con rapidez ¿Y si no quería saberlo?¿Y si no quería volver a enfrentarme a la idea de la muerte de otro hermano? -Oye -a voz de Henry derrumbó la barrera de miedos que se había alzado en mis adentros, acarició mi mejilla con un pulgar -lo prometo -susurró para después darme un beso en la frente y abrazarme. Fue un abrazo que nos hizo perder la noción del tiempo. Olvidé hasta que estaba en una guerra.

Las cosas con Henry eran así. Cuando estábamos juntos el mundo se distorsionada y lo demás no nos interesaba en lo absoluto. Si presencia me ayudaba, en cierto punto, a olvidarme de que una horrible y sangrienta guerra se desataba en nuestro mundo.

-Edith -dijo Henry rompiendo el silencio -debo irme. Prometo llegar con respuestas -deshice el abrazo y Henry salió de la casa. Parecía tener muchas ideas en mente. Rudolf se colocó a mi lado, parecía querer que lo acariciara así que éso hice.

-Ojalá me ayudes...-musité, con la vista fija en el paisaje lleno de colores que la primavera le regalaba a Polonia.

********************

Kurt no ha salido de su cuarto en todo el día; sabía que era un día muy duro para él, pues era el primer cumpleaños que pasaba sin André. Por esa razón preferí darle su espacio.

El día transcurrió con más lentitud de la que me hubiera gustado, así que me pasé la tarde leyendo "Hamlet" de William Shakespare; Helga tenía un muy buen gusto literario. Por primera vez desde que Henry me trajo a su casa y después de haber confeccionado 16 vestidos, no tenía ánimos de hacer nada.

La tristeza y melancolía por la muerte de André había sido ligeramente camuflada por los nervios y la necesidad que tenía de saber si Henry me ayudaría a encontrar a mis hermanos.

Cuando cenamos, Kurt tampoco salió de su cuarto, Gretel me dijo que le llevaría la cena cuando ella terminara de comer. Ella sabía lo mucho que me preocupaba por mi hermano.

Cuando ermita de cenar esperé sentada en el sofá observando el crepitar del fuego en la chimenea, concentrada en el arder de las llamas.

Dieron las ocho de la noche, Henry llegaba de trabajar a las nueve o diez de la noche. Tenía un fuerte dolor de cabeza y me fuí a dormir con dudas e incertidumbres revoloteando en mi cabeza

Dos BandosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora