Capítulo 14: Labio partido.

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Julián abrió sus ojos con la luz del sol entrando por la ventana, que extrañamente tenía la persiana levantada. Había más luz de lo habitual, para ser tan temprano un lunes. 

Giró sobre sí mismo para alcanzar su celular que estaba apoyado en la mesita de luz. Al estirar la mano, notó un papelito sobre la pantalla, el cual agarró para leer.

~

Juli, sonó tu alarma pero te dejé dormir porque estabas muy cansado, te va a venir bien descansar hoy. Vuelvo al mediodía para almorzar.

Te quiero amigo.

Cuti.

~

Seguido de esto, el cordobés se apuró a agarrar su celular para ver la hora. Eran casi las once de la mañana. El castaño se llevó las manos a su cara. No le gustaba faltar, menos sabiendo que se venían los exámenes y que las últimas clases eran importantes.

De cualquier forma, ya era tarde para ir a la facultad. Capaz el Cuti tenía razón. Le había venido bien descansar, aunque todavía le pesaba un poco el alma con todo lo que había vivido el día anterior. No tenía ganas de volver a la facultad para cruzarse con Enzo. No tenía ganas de nada.

Julián apoyó su espalda contra el respaldo de la cama, sentado, mientras miraba su celular.

Tenía dos llamadas perdidas, una de Paulo y otra del morocho. Además, vio un mensaje de Paulo cerca de las nueve de la mañana, preguntando si estaba todo bien. Para sus amigos que el cordobés se pierda una clase era tan raro como para él mismo.

El castaño aprovechó para responderle a su amigo, explicándole que simplemente se había quedado durmiendo. 

En ese instante, su celular sonó dejando ver una nueva notificación. Era un mensaje de Enzo. El cordobés entró al chat casi por instinto, siempre se emocionaba cuando recibía un mensaje del morocho, aunque sea una boludez. Pero este no era el caso. Si de alguien no quería recibir mensajes ese día, era justamente de él.

Se quedó varios segundos mirando los mensajes, sin saber realmente qué contestar

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Se quedó varios segundos mirando los mensajes, sin saber realmente qué contestar. Por más que lo intentaba, no le nacían las ganas de hacerlo. Ni siquiera para putearlo. Las palabras del día anterior le habían dolido mucho, demasiado. Aunque en el fondo, detrás de una cortina de dolor, el cordobés si quería saber cuál era la razón por la que había decidido tratarlo de esa manera. Finalmente decidió que, por lo menos por ahora, no iba a responder a esos mensajes.

Julián pensó que una ducha lo iba a ayudar a despejarse un poco, así que se levantó, preparó su ropa y se dirigió al baño. Después de un rato debajo del agua caliente, el cordobés se cambió y se tiró en el sillón con su celular.

Los mensajes seguían ahí, y su falta de ganas para responder, también. Intentando no pensar más en aquello por lo menos por un rato, se puso a revisar sus otras redes.

Mis ganas de no quererte - Julienzo AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora