Los primeros destellos de luz del domingo que se filtraban a través de la ventana iluminaban a Enzo dormido en el sillón del living, con uno de sus brazos caído del mismo, solamente con un bóxer gris de Julián puesto y con los dedos de su mano rozando el piso.
El Cuti salió de su pieza, con cara de dormido y arrastrando los pies, con un short de fútbol blanco puesto, pero con su torso desnudo. Se notaba que acababa de despertarse. Se metió en el baño pasando por al lado de Enzo, que apenas había despertado hacía un instante, todavía estaba tratando de abrir sus ojos del todo.
Después de salir del baño, el cordobés tenía la cara mucho más despejada, se la había lavado y aún tenía algunas gotas cayendo por sus patillas.
Cristian prendió una hornalla de la cocina y luego de llenar la pava de agua, la puso a calentar. Se giró, apoyando su cintura contra la mesada y mirando al fondo del ambiente, donde Enzo ya había cambiado de pose, ahora estaba sentado en el sillón, aún intentando despabilarse.
Pocos minutos después, la última bella durmiente salió de su habitación, con una cara que parecía que todavía tenía la almohada pegada a su cabeza. Caminaba arrastrando los pies, con el pelo despeinado y la cabeza agachada. Tenía puesta la remera del día anterior y un bóxer color blanco, que le quedaba ajustado, sobre todo en la zona de las piernas y los glúteos, o en otras palabras, que le hacía un tremendo culo.
Al cordobés la resaca otra vez le estaba pasando factura, no podía más del dolor de cabeza. Caminó como un zombi hasta la cocina, donde se agachó para agarrar de una cajita algún medicamento que pudiera aliviar su malestar.
—Buen día.— dijo el morocho a su lado, mientras seguía esperando que caliente el agua para el mate.
Julián apenas respondió con un movimiento de cabeza, en parte por lo dormido y en parte por la jaqueca que tenía. Después de tomar la pastilla, se sentó en la mesa, apoyando ambos codos y sujetando su cabeza, con los ojos cerrados.
—No me acuerdo nada de ayer, culiado. —dijo el cordobés, casi teniendo un deja vu por la cantidad de veces que le había tocado decir esa frase desde que llegó a Buenos Aires.
—Y no, que te vas a acordar si te escabiaste hasta el agua de los floreros. —dijo Enzo, sentándose a su lado y dándole un beso sobre su pelo a modo de buenos días.
Cristian se sentó frente a ellos, con la pava en una mano y el mate recién preparado en la otra. Tenía una cara seria. No de enojado, pero sí de que algo tenía para decir. Se venía el sermón.
—Juli, no podes seguir tomando así, culiado. Tenés que medirte un poco más, no tenés quince años. —dijo el cordobés, tomando el primer mate.
Julián levantó la cabeza de sus brazos, tratando de abrir los ojos a pesar de la claridad de la habitación, por las cortinas abiertas. Lo miró de frente, confundido.
—Uh, ¿qué hice ahora? —preguntó el castaño, sin saber nada de lo que había pasado después de las doce de la noche.
—Vomitaste al lado del sillón, lo tuvo que limpiar Enzo y después llevarte a tu cama (otra vez). —explicó el Cuti, extendiendo su mano con el mate hacia Julián, quien negó con su palma, ya que todavía tenía el estómago revuelto.
Julián giró su cabeza hacia su costado, cruzando miradas con Enzo, que había aceptado el mate y estaba tomando de la bombilla.
—Perdón… —dijo el cordobés por lo bajo, arrepentido de haberse puesto en pedo y pasar la vergüenza de que lo hayan tenido que cuidar (otra vez).
Los tres se quedaron en silencio unos segundos, hasta que el ruido de la bombilla del mate que tomaba Enzo hizo el primer sonido.
—No me mandé ninguna cagada más, ¿no? —preguntó Julián, preocupado por el silencio de los otros.
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Mis ganas de no quererte - Julienzo AU
FanfictionJulian es un joven de 18 años recién llegado a Buenos Aires en búsqueda de una nueva oportunidad para estudiar. En su camino se cruza con un amor confuso y muy intenso que lo va a hacer dudar de todo y de todos.