Capítulo 20: Cagón.

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----------- Dos semanas después -----------

Ya eran casi las ocho de la mañana y Enzo todavía no pasaba con el auto a buscarlo a Julián. Desde que se había mudado de Paulo, el trayecto para pasar por el departamento del cordobés y luego a la facultad se había vuelto más largo. En realidad, desde el departamento de Paulo le quedaba en contramano irlo a buscar, por esta razón el castaño había insistido en volver a ir en transporte público, pero el morocho insistió.

Julián estaba agradecido, pero le hubiese gustado que si se comprometía a pasar por él, lo haga en horario...

Ese último pensamiento fue el que se cruzó por su cabeza antes de escuchar la bocina afuera, acompañado del sonido de notificación de su celular, donde había un mensaje de Enzo que decía "Puerta".

Después de saludar al Cuti, Julián bajó las escaleras lo más rápido que pudo y se subió al auto. Si todo salía bien, todavía podían llegar en horario.

—Buen día, amor. —dijo Enzo ni bien el otro terminó de subirse.

En las últimas semanas ya se había vuelto prácticamente costumbre eso de decirse "amor". Al principio a Julián le sonaba raro escucharlo, pero la ternura en su voz y el brillo en los ojos del morocho al decirlo, terminaron por volver esas palabras en sus favoritas de todas las mañanas.

—Buen día, bombón. —respondió el otro, para luego acercarse y saludarlo con un tierno beso en los labios.

El cordobés apretó los labios, después de sentir el gusto amargo y el aroma a cigarrillo que aún tenía el otro en su piel. Se notaba que había venido fumando. Aunque a él no le gustaba, había decidido que ya no iba a insistir más en ese asunto, al fin y al cabo, hay decisiones que uno no puede tomar por el otro.

—Che, ¿y Pau? —preguntó Julián mirando hacia los asientos traseros, extrañado de que no esté Paulo en el auto, como había sido costumbre esas últimas semanas.

—Se quedó a dormir del novio ayer, me dijo que lo llevaba Rodri. —explicó el de ojos oscuros, mientras miraba por el espejo retrovisor para ya arrancar camino.

—¿Ya oficializaron? —preguntó Julián levantando las cejas, sorprendido por la noticia.

—Si, la semana pasada Rodrigo le pidió ser el novio. Paulo estuvo dos horas seguidas hablándome de lo contento que estaba y cómo se lo había pedido, parecía que se le iba a quedar trabada la cara de tanto sonreír. —dijo Enzo mientras le contaba los detalles, sonriendo al acordarse de la anécdota.

Julián sonreía mientras escuchaba, con sus ojos puestos en el cuello tatuado del otro.

«¿Y nosotros para cuando?» se cruzó un pensamiento fugaz por su cabeza mientras seguía escuchando la historia del otro.

El de pelo negro manejaba con una mano apoyada en el volante, ya sabiendo el camino de memoria. A mitad de éste, bajó la música que sonaba en el Spotify del auto, conectado por Bluetooth.

—Che... Juli me quedé pensando en lo del otro día. —dijo Enzo girando levemente su cuello para ver al otro, que iba mirando por la ventanilla.

—¿Qué cosa del otro día? —preguntó el cordobés confundido, ya habiendo girado su cabeza hacia el otro lado.

—Lo de mis viejos... me quedé pensando y me pareció que era mejor tratar de hablar, así que la llamé a mi vieja. —contó Enzo para luego hacer un silencio.

—¿Y...? —preguntó Julián, esperando que el otro terminara de hablar.

—Le dije la verdad. No le gustó que le haya mentido, pero me dijo que si eso era lo que me hacía feliz, que lo entendía. —siguió contando el morocho.

Mis ganas de no quererte - Julienzo AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora