~•Capitulo 5•~

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Tae estaba conteniéndose mordiendo su tembloroso labio, había intentado calmar su agitado corazón, pero en esta situación era prácticamente imposible, el camino hacia la morgue se sintió como si estuviera yendo a las cámaras de gas de Auschwitz a morir, el sonido de sus pasos se escuchaba nublado por un velo de ausencia y a medida que avanzaban, una parte de Tae se iba desprendiendo de él.

Aun así, mantuvo con todas sus fuerzas una imagen fuerte, justo como Jungkook le había enseñado, pero cuando el uniformado retiró la sábana blanca sobre el rostro de su esposo, no pudo resistirlo más y se quebró en un llanto lastimero y desgarrador, sobre esa mesa de metal frío, estaba tendido el cadáver pálido y golpeado de su alma gemela, de la única persona que lo hacía inmensamente feliz y no podía hacer otra cosa más que llorar y gritar sin control.

Su pecho dolía horrores y quemaba de una manera que deseaba rasgarse con sus manos hasta acabar la tortura que lo mantenía anclado a esta vida, acarició con nada más que cariño el delicado y todo maltratado cuello de Jungkook, odiando la manera tan nefasta como lo habían dejado, su hermosa piel había sido golpeada por un ser sin escrúpulos que hizo con Jungkook lo que le dio la gana y eso despertaba una sed de venganza en él que jamás conoció.

Era injusto que una persona decidiera sobre la vida de otras, era injusto que alguien le arrebatara la felicidad de esa manera y destruyera su mundo en el proceso, sin Jungkook, no quería vivir.

-Mi Jungkook... ¿Qué te han hecho?

Tae se sentía que iba a morir, una parte suya había sido arrancada y aunque quisiera, no había poder humano que calmara algo de lo que estaba sintiendo en ese momento, solo había dolor y vacío y no se sentía capaz de continuar, esta vez, sus manos se movieron hasta las mejillas de Jungkook, en medio de sollozos lastimeros que sacudieron el pecho del oficial, esa escena sin duda alguna le estaba rompiendo el corazón pero no podía irse de la morgue, era contra las reglas, por lo que decidió darle un poco de privacidad al chico, por respeto a su jefe.

-Estaré en la puerta si me necesitas -Murmuró apagado, sin esperar una respuesta de Tae se marchó más allá, dejándolos un poco más solos.

-¿Por qué bajaste la guardia?, ¿Por qué hiciste exactamente lo que te pedí que no hicieras?, ¿Por qué esta vez no regresaste a mi como todos los días? -Recostó su frente al pecho desnudo de Jungkook, estaba derrotado, acabado y vacío a partes iguales- Ahora me has dejado solo, me he quedado sin ti... Prometiste cuidarte amor, lo prometiste y no cumpliste tu promesa... Estoy tan roto en este momento que no puedo siquiera molestarme por ello... Tan solo te quiero aquí, de vuelta conmigo...

Rodeó el torso con sus brazos, aferrándose a la idea que de esa forma estaría más cerca de él, su rostro pasó de estar sobre su pecho, hasta esconderse en el cuello del rubio, justo como siempre lo hacía.

-Esto duele demasiado, Jungkook... Me quiero morir... -Fue un susurro débil y quebrado pero cargado de muchísimo dolor.

Yeonjun no pudo evitar que nuevamente una lágrima traicionera se escapara de sus orbes, era muy duro ver el sufrimiento de alguien que acaba de perder a un miembro importante de su familia y era aún peor saber que esta vez no sólo era una víctima más, era también su jefe, un compañero leal y por sobre todo, un gran amigo.

-Prometo que no daré descanso a mi alma hasta atrapar a ese monstruo que te alejó de mi lado y hacerlo pagar por todo el daño que te hizo, que nos hizo... Lo prometo y yo sí cumpliré mi promesa, cariño

Tae besó los labios grises de Jungkook en apenas un toque, acostumbraban a sellar sus promesas con un beso, aunque en esta ocasión sólo uno participó de ella.

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