Jeongin tenía una rutina de cuidado facial delicada, no había noche que no se tomara un buen rato frente al espejo para aplicar tratamientos y darle vitalidad a su linda cara.
Poseía una vasta cantidad de tónicos, sueros, cremas y mascarillas con los que hidrataba su bonito rostro de ángel, le gustaba muchísimo darse el tiempo de mantener la salud en su piel. Se colocaba una diadema con orejas de conejo para detener sus hebras, se encerraba en el baño y se consentía al escuchar música de sus artistas favoritos.
Aprovechaba que su madre dormía tranquilamente en su recámara y así evitaba interrupciones, tarareando las melodías en voz baja para no ser un desconsiderado y despertarla.
Esa noche, utilizó una de esas costosas mascarillas orgánicas que debía dejar actuar por unos minutos y luego retirar con agua, así que sus mejillas, frente, nariz y mentón estaban cubiertos por una pasta verdosa que le aportaría una refrescante sensación en cuanto se la enjuagara.
Mientras se ocupaba pacíficamente de concluir con su hábito nocturno, el ruido de la puerta siendo golpeada por alguien le llegó a los oídos, dejando en segundo plano la fabulosa canción que se reproducía en su celular. Su ceño se plisó por instinto y miró el reloj en la pantalla del aparato, ya pasaba de la medianoche, claramente no era un horario adecuado para visitas.
Pensó que lo mejor sería no abrir, si era algo de urgencia le llamarían al celular de su madre, y si no, probablemente solo se trataba de algún otro trapecista yendo a quejarse por cualquier cosa y siendo sumamente irrespetuoso al no pensar en el descanso de los demás.
Suspiró, tocándose los pómulos para corroborar que su mascarilla continuaba fresca y oyó otros tres toques a la madera, fuertes e insistentes.
Tuvo que gruñir al perder su momento de relajación y se fijó como propósito gritarle a quien sea que estuviese al otro lado de la puerta, ¿qué maldita necesidad? No tenía porqué atender a nadie a esa hora pero tampoco quería que los golpes despertaran a su madre, ella terminó agotada esa noche y merecía dormir.
Se colocó sus sandalias, no le importó lucir como un joven promedio de película adolescente a mitad de una pijamada, de cualquier forma no era un secreto que se preocupaba mucho por su apariencia física.
Al salir del sanitario, se encontró con la nada grata imagen de su madre caminando hacia el acceso, con el cabello hecho una maraña, su bata de dormir puesta y bostezando como un león.
Se arrepintió de no haber actuado con prontitud, pero prefirió quedarse en su sitio cuando vio que ella, ya estaba abriendo la puerta.
—Buenas noches, señora Yang, disculpe la hora...
Su ceño fruncido se acentuó al escuchar la voz del visitante no deseado.
—No te preocupes, cariño —Hye-Kyo respondió con dulzura—. ¿Pasa algo?
—En realidad no, solo vengo a buscar a su hijo.
Parpadeó velozmente, despegándose de la pared y se aproximó a su madre luego de rodear la mesa del comedor. Separó los labios con sorpresa cuando comprobó quién era el intruso.
—¿Tú? —preguntó, colocándose atrás de su progenitora—. ¿Qué haces aquí?
Hyunjin lo miró, notablemente asombrado por el color verde extendiéndose en su cara.
Se tragó la risa, no quería verse como un idiota frente a Hye-Kyo.
—Tengo que hablar contigo —dijo en cambio, alejando su carcajada—. ¿Estás ocupado?
—¿A esta hora? —cuestionó con sarcasmo—. No, que va, ¿qué podría estar haciendo aparte de dormir?
Bueno, todavía no se había metido a la cama, pero se entendía el concepto de la oración, ¡que falta de respeto invadir casas en la madrugada!
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It's all an act
FanfictionJeongin amaba con cada latido ser un trapecista en el circo "Legacy", desde que tuvo uso de razón, siempre soñó con ser parte del espectáculo. Y su vida sería completamente perfecta, si no tuviera que lidiar continuamente con Hyunjin, un malhumorado...