Capítulo 5

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—¿Entonces si vendrás a ver mi práctica? —Felix preguntó, llevándose un cacahuate a la boca.

—¿Tengo otra opción? —bufó Hyunjin, revisando por enésima vez su closet—. ¿A qué hora es?

El reloj en la pared marcaba exactamente la una y media.

—Uhm... en treinta minutos, de hecho ya me tengo que ir. Por favor ven, necesito tu opinión, eres el único que me dirá con sinceridad si mi nuevo acto es bueno o es un asco.

No había ser humano en el planeta que fuese más directo que Hyunjin, desconocía el tacto, decía las cosas sin considerar la sensibilidad ajena y arrojaba sus pensamientos como un vil martillo que lesionaba a los débiles.

Era bueno hasta cierto punto, aunque en ocasiones le originara problemas con los individuos afectados.

—Tomaré eso como un halago —dijo, chasqueando la lengua.

Seleccionó una sudadera roja de su guardarropa y reanudó la búsqueda para elegir algún pantalón de chándal.

—Es la verdad, tú no tienes filtro —Le lanzó un cacahuate a la coronilla. No le atinó—. Como sea, ¿sí vienes?

—Ajá, solo me ducharé —comentó, aventando la prenda a su cama—, te veo en la carpa.

Felix sonrió, cerrando su bolsita de botana y procedió a colocarse a un lado de Hyunjin, llamando su atención al tocarlo por el hombro.

—Promételo —pidió, cuando se voltearon a ver.

—Lix... —Le costó no bufar.

—Hazlo, ya te conozco y eres capaz de no llegar —Existían antecedentes que justificaban su duda—. En serio, es importante para mí.

—Ya lo sé y por eso mismo ahí estaré —refutó, hastiado—. ¿Por qué no me crees?

—No lo sé, me da la impresión de que vas a cruzar los dedos o algo parecido.

El castaño se rascó el lagrimal del ojo derecho y después levantó ambas manos, en un claro símbolo de rendición.

—Bien, ya, iré a ver tu bendito ensayo —Dedos extendidos, sin trucos de por medio—. ¿Contento?

—Sí —asintió una vez, observando su propia palma—. ¿Lo sellamos con saliva?

Estaba dispuesto a replicar el signo de promesa que realizaban años atrás, ese que consistía en escupirse en la mano y luego estrecharlas para cerrar el trato.

Hyunjin lo halló asqueroso en la actualidad.

—¡No! Que puto asco, ya no tenemos diez años —Puso una mueca en disgusto, renunciado a la proposición.

Los hombros de Felix subieron y bajaron con decepción. Aguafiestas, tendría que confiar únicamente en su palabra.

—Bueno, era una sugerencia —canturreó, girándose hacia la puerta de la habitación—. Nos vemos en un rato y si no llegas, meteré tu cabeza al retrete.

Era gracioso que quisiera amenazarlo, el chico no asustaba ni a una puta mosca; cargaba con un aura tan pacífica y optimista, que animaba a cualquiera.

—Que sutil —Exhibió una sonrisa de labios juntos—. Con esas advertencias, ten por seguro que ahí estaré.

Felix levantó el pulgar mientras caminaba hacia la salida, despidiéndose con un ademán adicional y se trasladó al exterior del lugar, tarareando la melodía que utilizaría en la función de esa noche.

Le tomó cinco minutos llegar a la carpa y otros cinco dirigirse a los camerinos improvisados que le montaron al personal atrás del gigantesco telón. Él no poseía uno individual, pero le gustaba compartir el espacio que le asignaron con el resto de su equipo, al final era amplio y tenía una buena distribución.

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