Capítulo 12

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Jeongin de verdad pensó que su fiesta sería un éxito.

Imaginó el lugar llenísimo, con gente bailando por los rincones, cantando hasta quedarse sin voz y felicitándolo por sus veintiún vueltas al sol.

La mayoría de sus compañeros confirmó la asistencia desde que extendió la invitación, ninguno mostró indicios de estar mintiendo al decir que no faltarían y en serio confió en que su gran noche acabaría con un festejo memorable.

La realidad lo golpeó y estaba entre sentirse triste o reírse de su desdicha.

Y por si fuera poco, la cereza del pastel fue puesta cuando Felix y Hyunjin aparecieron en el recibidor, quedando absortos al ver que no había ni una sola alma vagando.

Era buen momento para que el mundo se acabara, ¿a qué hora caía un meteorito?

Estaba pasando la vergüenza de su vida, el humor lo tenía por los suelos y obviamente mandaría a la mierda a cualquiera que hiciera la mínima broma acerca del intento fallido de celebrar su cumpleaños.

Pero tenía que guardar la compostura, no mostrarse afectado y actuar bajo el margen de la serenidad.

Entonces, un par de aplausos hicieron eco en el salón vacío, logrando que sus únicos dos invitados, también miraran a los recién llegados.

Hyunjin era el causante del ruido, parecía divertirse con la situación.

—¡Gran asistencia esta noche! —exclamó, con una sonrisa fingida—. ¡No se puede ni respirar por la cantidad de gente que hay aquí!

El trapecista resopló y en el fondo, agradeció que el estúpido abriera la boca para ser un irónico de mierda.

Había encontrado con quien desquitarse.

—¡¿Verdad que sí!? —resolvió con el mismo sarcasmo, caminando hacia el vestíbulo—. ¡La mejor fiesta del siglo!

Felix sujetó a su amigo del brazo cuando vio que Jeongin se acercaba a ellos y lo pellizcó, avisándole discretamente que había sellado su sentencia de muerte al hacer ese comentario tan fuera de lugar.

E igual se asustó, porque al ser su acompañante, lo más seguro era que les tocara descansar en la misma tumba.

—¡No esperaba menos de ti! —pronunció con sorna y cruzó los brazos, fortaleciendo su postura—. Cabina de fotos, DJ y bebidas hasta para aventar...

—Hyunjin, cállate... —Felix susurró, al temer por su existencia.

Pero no le hizo ni el más mínimo caso.

—Aunque si no me equivoco, creo que te falto la parte más importante de cualquier celebración —retomó—. ¿Y los invitados?

Jeongin se echó a reír cuando les hizo frente, quedando cara a cara y le copió el lenguaje corporal al entrelazar los brazos por arriba del pecho.

Se miraron con la misma sonrisa mordaz, el ojimiel tuvo que retroceder un paso al notar la incomodidad flotando en el aire y Seungmin se avecinó velozmente, volviéndose un guardaespaldas dispuesto a cuidar de su amigo.

—Supongo que tuvieron mejores cosas que hacer —El menor contestó, sin problema alguno—. En cambio, parece que tu sí consideraste mi fiesta como prioridad.

—¿Qué dices?

—Que estás aquí, ¿no? —Arqueó la ceja derecha y acotó sus oraciones al mover las manos—. Existiendo tantos bares de mala muerte, teniendo infinidad de amigos con los que puedes convivir... preferiste venir.

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