Capítulo 16

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Hyunjin quería arrancarse los pelos.

Ver que Jeongin se hallaba esperando tranquilamente a que la puerta de su casa fuese abierta, con el propósito de invadir el espacio sin previa invitación, le provocó un horrible dolor de cabeza.

Se pasó la mano por el rostro con desespero, andando hacia el tapete de bienvenida en el que el trapecista permanecía parado y lo sostuvo de la muñeca, haciendo que lo mirara al tirar fuertemente.

—Hey, no hace falta la agresividad —El menor protestó.

Sacudió el brazo, demandando que lo soltara pero la presión se ejerció un poco más sobre su piel.

—¿Por qué estás haciendo esto? —preguntó, en tono imperativo—. No comprendo que haces aquí, ¿por qué piensas que tienes el derecho a visitarme?

—Pues no tengo nada mejor que hacer —murmuró, retorciendo los labios—. Seungmin está castigado y en realidad no tengo más amigos...

—Nosotros tampoco somos amigos.

Jeongin resolló y asintió al estar de acuerdo, no hacía falta que se lo repitiera.

—Ya lo sé, pero mínimo ya interactuamos y peleamos menos —Contempló el interior de su bolsa—. Además, velo por el lado amable, tendrás botanas gratis.

—Es que ni siquiera se trata de eso —Cerró por un instante los ojos e inspiró—. No puedo, en serio, necesito trabajar.

—¿Es fatal si te tomas un día? —Toqueteó el picaporte—. Solo hoy...

Hyunjin volvió a inhalar, analizando el aspecto pesaroso del más joven.

Él ya no sabía si se sentía estresado, confundido, o en el intermedio de ambos, la situación se estaba tornando agobiante y lo acarreaba a la frustración.

En sus parámetros no estaba tentarse el corazón por Jeongin, mucho menos sacrificar dinero y horas efectivas de trabajo por pasar la tarde de ocioso en su habitación, era ridículo siquiera imaginarlo.

Su respuesta era clara, por encima del entretenimiento, destacaba la responsabilidad.

—Mira, no quiero ser grosero contigo, pero en serio, me estás quitando el tiempo —concretó, de tajo—. Necesitas irte.

—Que bueno que no querías ser grosero —Su ceja se curvó en automático—. Tienes un tacto envidiable para decir las cosas...

—Ya, no me importa —No iba a tolerar su ironía—. Vete, por favor.

Hizo la cruda petición y en cuanto vio que los labios del menor se separaron para respingar, se dio la media vuelta, dejándolo con las palabra en la boca porque las ganas que tenía de dialogar eran nulas.

Volvió a su carpa con la única meta de ponerle fin a sus tareas, no quería posponer más de diez minutos la apertura de su negocio por interrupciones bobas, así que se acercó a la mesa de adivinación, tomando el plumero que botó y alcanzó el trapo húmedo utilizado al limpiar la bola de cristal.

Avistó de reojo que el trapecista retornó, entonces simuló estar ocupado acomodando ambos objetos en la canasta de limpieza.

—Oye, tengo una mejor idea —El chico se anunció con la frase optimista—. Te propongo algo.

—No quiero propuestas —El mal genio lo dominó—, quiero que te vayas.

—¿Qué te parece si me convierto en tu asistente estos días?

El cuello de Hyunjin estuvo a punto de contracturarse gracias a la manera abrupta en que giró a verlo.

Los dientes de Jeongin se asomaron en fila y aleteó las pestañas, tratando de agregarle un toque dulce a su presencia.

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