Yudelys era una niña brillante, cuando hablo de brillante no sólo hablo de inteligencia, era la luz para cualquier ser viviente que andaba apagada, su sonrisa iluminaba la alma más taciturna y apagada, sus ojos color esperanza infundía positivismo, su voz, su voz derrochaba amor, era brillante, era el socorro de todo el mundo, pero...¿ quién era el socorro de ella?.
Ella, como cualquier ser humano, tenia cargas, carga que le daba un cansancio emocional inefable, y cuando el cerebro no tiene descanso, nada en nuestra vida lo tiene, cada noche ella intentaba dormir, intentaba, porque su cerebro no la ayudaba, la castigaba noche tras noches con el insomnio, se pasaba intencionalmente la noche pensado en cada uno de sus preocupaciones y en caso que, posiblemente jamás sucederá pero su cerebro creaba, era esclava de sus ambivalente pensamiento, prisionera de un futuro incierto e incontrolable pero que su cerebro sí o sí quería controlar, también, era prisionera de un pasado que ya no forma parte de su vida y para nada presentaba riesgo para ella, pero su cerebro se reusaba a soltarlo.
Cada día estaba más y más convencida de que necesitaba ayuda y, al salir el día, salía a buscar uno de sus amigos para desahogarse, pero todos estaban tan ocupados en sus afanes del día y los que sacaba tiempo para verla, no la dejaba ni hablar, de una vez le contaba sus tragedias, priorizando sus problemas y aminorando las de Yudelys, Yudelys, para no ser egoísta, le daba esa sonrisa que iluminaba las almas, sin importa que ella misma en cada sonrisa se apagaba, los ojos color de esperanza que infundía positivismo en realidad era una idealización de lo que los amigos de Yudelys quería recibir, esperanza ante sus quejas para la vida y positivismo que en sí, se le acababa a Yudelys pero le sobraban a ellos, sin embargo, nunca le compartía.
Cada día era la misma monotonía, ella intentando encontrar un salva vida para el mar que con sus olas cada día más violenta la hunde, pero siempre encontraba personas que desde su yate se quejaban de las fuerte olas, ella era que necesitaba ayuda, era como ver el herido sanando a un medico sin heridas, a un paciente dándole sesión a un psicólogo, Yudelys cada día se apagaba, pero sus amigos, que sólo eran amigos para ser escuchados pero no para escuchar, en su egoísmo, posiblemente consciente como también posiblemente inconsciente, ni se daban cuenta o no le importaba.
Cada día, la luz de esa sonrisa se apagaba, se apagaba y se apagaba... hasta que un día esa sonrisa dejo de brillar definitivamente, los ojos ya no infundía la idealización de positivismo ni tenia ya el color de esperanza de ser salvada, el cerebro le ganó la guerra a Yudelys decidiendo quitarse la vida.
Los que eran escuchado por ella se conmovieron tristemente y los que no tenia cinco minutos para escucharla, pudieron aparta un día entero para su funeral, dejando entender que la vida nos separa pero, lamentablemente, la muerte nos une
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Mi diario
PoesiaAquí encontraras, desahogos, poesías, pensamientos, dichos y más, son aquellas conversaciones que no he tenido el vigor para transmitirlo a otras personas en particular, cosas que pienso, cosas que escribo, espero que lo disfruten