Capítulo 2: Conflictos en el Tribunal

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Los días siguientes en el bufete fueron una lucha constante. Cada vez que Martin se cruzaba con Juanjo, había una chispa de tensión que parecía intensificarse con cada palabra. Ambos se preparaban para el juicio, el cual sería un enfrentamiento entre sus respectivos bufetes. Aunque intentaban concentrarse en el caso, la competencia personal entre ellos era evidente.

El día del juicio llegó, y la sala del tribunal estaba llena de abogados, clientes y curiosos. Martin estaba en su zona, su mente enfocada en ganar el caso. Había preparado sus argumentos durante semanas, revisando cada detalle. Pero había algo más que lo molestaba, una distracción que no podía ignorar: Juanjo.

Cuando Juanjo entró en la sala, su presencia llenó el espacio. Llevaba un traje impecable, con la seguridad de alguien que sabía que estaba destinado a ganar. Martin lo observó desde su lugar, tratando de no dejarse intimidar. Sin embargo, había algo en la forma en que Juanjo lo miraba, como si todo fuera un juego, como si estuviera disfrutando del reto de enfrentarse a él.

El juicio comenzó, y ambos abogados presentaron sus argumentos con habilidad y precisión. Pero cada vez que Juanjo tomaba la palabra, Martin no podía evitar sentir un calor en el pecho, una mezcla de frustración y algo que no lograba identificar del todo. Cada palabra que Juanjo decía parecía diseñada para irritarlo, para desafiarlo. Y lo peor era que Juanjo lo sabía.

En un momento del juicio, cuando Martin estaba presentando uno de los argumentos más importantes del caso, Juanjo lo interrumpió, con una sonrisa de autosuficiencia en el rostro.

"Con todo el respeto, señoría, me gustaría señalar una pequeña contradicción en la declaración de la parte contraria," dijo Juanjo, levantándose con una calma que irritaba a Martin.

Martin apretó los puños bajo la mesa, sintiendo cómo su paciencia se desmoronaba. "No hay contradicción alguna," replicó con firmeza, mirándolo directamente a los ojos.

"Discrepo," continuó Juanjo, sin perder esa actitud de superioridad. "Si revisamos los documentos presentados, veremos que su argumentación carece de consistencia."

Martin sintió un nudo en el estómago. No era porque Juanjo estuviera en lo cierto —de hecho, Martin estaba seguro de que había hecho un buen trabajo—, sino porque la manera en que Juanjo lo retaba hacía que se sintiera vulnerable, algo a lo que no estaba acostumbrado en los tribunales.

El juez, tras escuchar a ambos, permitió que Martin retomara su exposición. Pero el daño estaba hecho. Martin sabía que Juanjo había logrado incomodarlo, y eso lo frustraba aún más.

Al final del día, el juicio quedó en suspenso hasta la próxima audiencia, y ambos abogados abandonaron la sala. Martin se dirigía a su coche cuando escuchó la voz inconfundible de Juanjo detrás de él.

"Hoy no ha sido tu mejor día, ¿eh, Urrutia?"

Martin se giró, cansado y molesto. "¿Es que disfrutas con esto, Bona? ¿Todo esto es solo un juego para ti?"

Juanjo lo miró, sorprendido por la franqueza de Martin. "No es un juego, pero me gusta ganar," respondió, aunque esta vez su tono no era tan arrogante. Había algo más en su mirada, algo que Martin no podía descifrar del todo.

"Pues parece que estás más concentrado en molestarme a mí que en el caso," dijo Martin, con un tono un poco más duro de lo habitual.

Juanjo lo observó por un momento, y luego sonrió, pero esta vez la sonrisa era más suave, menos desafiante. "Tal vez no me doy cuenta de que te estoy molestando tanto."

"Lo haces," respondió Martin sin rodeos, dando un paso hacia Juanjo, que por un segundo pareció dudar. "Pero créeme, no voy a perder este caso."

Juanjo lo miró, y por primera vez desde que se conocían, su expresión cambió ligeramente. Parecía confundido, como si las palabras de Martin hubieran tocado algo dentro de él.

"Ya veremos," dijo al final, con una sonrisa forzada. Luego, sin decir nada más, se dio la vuelta y se marchó.

Martin lo observó alejarse, sintiendo una mezcla de emociones que no lograba comprender del todo. Algo en esa interacción había cambiado, pero no sabía qué era. Solo sabía que la rivalidad entre ellos estaba tomando una forma mucho más personal de lo que había anticipado.

Entre Leyes y CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora