La luna llena iluminaba los vastos campos verdes que rodeaban la hacienda La Malquerida, una majestuosa propiedad a las afueras de Medellín, en lo profundo de las montañas de Antioquia que pertenecía a la familia Piedrahita.
Dentro de la casa grande, el ambiente era cálido y acogedor. Las luces eran tenues y el crepitar del fuego en la chimenea arropaban a la familia en lo que parecía una noche fría.
Las gemelas Ana Barbara y Ana María, de solo ocho años, jugaban con su casa de muñecas en la sala mientras su hermano mayor, Pablo, de catorce, las observaba con cariño, intentando aparentar la madurez que tanto quería demostrar. Sentados a un lado de ellos en un sofa estaban sus padres, Felipe y Sara Valentina, los cuales disfrutaban de una amena conversación.
Las voces de las niñas resonaban por la sala, ambas cambiaban su voz para que sus muñecas tuvieran voces diferentes. Todo parecía en calma y tranquilidad, era una usal noche en familia.
Sin embargo, esa calma se rompió abruptamente cuando el ruido de camionetas llegar y el crujido de la puerta principal abriéndose anunciaron una llegada inesperada.
-¡Es el tío Aníbal!.-exclamó Ana Barbara con entusiasmo, poniéndose de pie al igual que su hermana.
Felipe se levantó de la mesa con una sonrisa en los labios. Aníbal, su hermano mayor, solía aparecer sin previo aviso, pero siempre había sido recibido con cariño. Llevaba mucho tiempo sin verlo así que consideró grata su visita.
Aunque la presencia de Aníbal traía consigo una extraña tensión en el ambiente, Felipe no podía ignorar los lazos de sangre que los unían y el cariño que sentía por su hermano.
Caminó hacia la puerta principal para recibirlo, seguido de Pablo, que lo miraba con admiración.
-¡Hermano!. -exclamó Felipe al ver a Aníbal en el umbral, su porte imponente y sombrío contrastaba con la calidez de la hacienda.
Aníbal respondió con una sonrisa, una sonrisa que no llegó a sus ojos. Dio un paso al frente, extendiendo los brazos para abrazar a su hermano. A simple vista, todo parecía normal, un encuentro familiar entre dos hermanos. Pero algo en el aire cambió, una sensación de peligro latente que Sara Valentina percibió desde la mesa. Observó con inquietud cómo Felipe y Aníbal intercambiaban un abrazo, y una corriente de temor se instaló en su pecho.
-Hace tiempo que no vienes, hermano. Me alegra verte.-dijo Felipe, soltando el abrazo y mirándolo con afecto, ambos caminaron juntos unos cuantos pasos al centro de la sala.
Aníbal inclinó la cabeza ligeramente, con esa misma sonrisa inquietante.
-Yo también te he extrañado, hermanito.-respondió con un tono de voz que dejaba mucho que pensar. Antes de que Felipe pudiera procesar el significado de esas palabras, Aníbal se acercó de nuevo para abrazar a su hermano.-Ven acá.-con una velocidad brutal, sacó una daga oculta y, sin dudar, la hundió 3 veces en en el costado de su hermano. El sonido del metal cortando carne y el jadeo ahogado de Felipe resonaron en la estancia.
Sara Valentina gritó, y las niñas, que hasta ese momento observaban con curiosidad la escena, se quedaron petrificadas.
Pablo, al ver caer a su padre al suelo, con los ojos abiertos por la incredulidad, se tiro al piso para socorrer a su padre.
-¡Lo mataste!, ¡asesino!.- gritó con furia y corrió hacia Aníbal con la intención de hacerle pagar por lo que había hecho. Pero antes de que pudiera llegar a él, uno de los hombres de confianza de Aníbal, que había estado esperando en las sombras, se adelantó y, con una sola bala, acabó con la vida del muchacho.
El cuerpo de Pablo cayó sin vida junto al de su padre. Ana Barbara y Ana María soltaron un grito desgarrador, y el eco de sus voces rompió la calma de la noche.
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Cadenas de odio
FanfictionDos hermanas gemelas, Ana Barbara y Ana María, fueron separadas después de un horrible accidente. Ambas, mujeres fuertes y respetadas en su sociedad, se ven atrapadas entre las pasiones del presente y los fantasmas del pasado, mientras luchan por...