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Una fina línea



everyone's perspective



—¿Cuál es el significado de esta visita tan repentina, príncipe Aemond? Iba a volar hacia Bastión de Tormentas esta noche, dígale a mi madre que no necesito una niñera para un vuelo tan corto.—dijo la princesa Aemma en cuanto su tío llegó a la Fortaleza de Rocadragón.

—No fueron acciones de tu madre, sino mías.

—¿Ahora te crees por encima de las órdenes de tu soberana, enserio?

—No había ninguna orden explícita que no te prefiera acompañar en tu vuelo, además estos últimos días no paras de actuar extrañamente y simplemente ignorarme.

El príncipe bajo todas las escaleras, caminando hacia donde estaba la princesa heredera de pie en. Era como si el mundo de repente se reproduciría en cámara lenta mientras su tío cortaba la distancia entre ellos dos, oía claramente los latidos de su corazón y esa voz que le decía que hiciera todo lo que obviamente no podía hacer. Confrontar a la gente nunca fue su fuerte, menos cuando alguien la confrontaba a ella.

—¿Tenemos algún problema?

—Ninguno.—respondió, sin romper el contacto visual. A pesar de que le faltara un ojo, le resultaba igual de atractivo que la mayoría de caballeros, sino más incluso.—¿Tenemos un problema acaso del que no sepa?

—Creo que lo sabes claramente.

Agachó su cabeza para quedar a escasos centímetros de ella, pudiendo escuchar su respiración y ritmo cardiaco acelerando. La tensión entre el tío y su sobrina era palpable en el ambiente, que más bien parecía un campo de guerra. En el que cualquier paso en falso o movimiento no premeditado terminaría en una catástrofe de la que ninguno se salvaría. Si uno de los dos, daba aquel paso que necesitaban para unir sus mundos, sería la destrucción de todos. Sin embargo, manteniendo sus autocontroles, ninguno podría traicionar las promesas que le hicieron a la reina.

El príncipe Aemond, siendo el mayor de los dos, decido tomar la decisión difícil por ambos y se marchó a su habitación. Dejando a la joven princesa de diez y nueve lunas aliviada de que nada pasara, o quizás decepcionada.

/•••/

Últimamente no paraba de escuchar sus voces que le perseguían desde el final de la Danza de Dragones, aunque era capaz de suprimirlos durante el día cuando realizaba sus deberes como la gobernante de los Siete Reinos. Quizás estas pesadillas eran su castigo de los dioses por ser una mata sangre. Después de todo, fue ella quien ordenó el ataque a Rocadragón; quien causó la muerte de niños y dragones de unos pocos años; aquella que mató a su propia hermana menor con su espada. A ella le gustaba referirse al dicho de 'Aquel que da la sentencia, es quien debe de acatarla', para ella siempre fue un modo de justificación a sus acciones. Las cuales eran tan evidentes en el momento, pero en el presente, ya no tanto. Se sentía culpable, ese era el problema.

—¿Como no estas dormida aún?

—He estado pensando simplemente, sus voces aún no me dejan dormir.—confesó Alyssane, dándose la vuelta para tenerlo de frente.—Han vuelto.

—Te lo he dicho mil y una veces, no tienes que sentir culpable por nada de la sucedido en la Danza. Cualquiera habría tomado peores decisiones que tú y encima, que hayamos acabado así, cuenta para algo también Alyssane.—le dijo Rhaegar, acercándola a su pecho, en un abrazo que esperaba que la confortase.—Eres la última persona que debería de haberse sentido culpable.

𝐅𝐎𝐑𝐓𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora