—¡Denna, venga!—Violeta se gira frustrada a ver cómo su mejor amiga se ata los zapatos.
—Vio, ni siquiera han abierto, relájate. Por mucha prisa que nos demos no va a pasar más rápido el tiempo.—Dice desde el suelo observando como su amiga se pone más nerviosa por momentos.
—No sé por qué te he hecho caso en lo de no ir a urgencias.
—Pues porque en urgencias siendo sábado hubiera habido mucha gente y te hubieses agobiado más, y hubiésemos tardado más en ser atendidas.—Se acerca hasta su amiga y le sonríe amable mientras le acaricia el brazo.—Hace una hora que Diana no vomita, tranquila.
—¿Y si le pasa algo grave y por no darnos prisa se muere?
—Wow, vale. Vio, respira. Te has despertado, has visto los vómitos, me has despertado, hemos recogido, no hemos preparado y hemos salido de casa lo antes posible.
—Ya, pero no sabemos desde qué hora lleva vomitando, y había sangre, y ...
—¿Qué tal si entramos a que la vea un profesional antes de adelantarnos?—Coge la correa de Diana y tira de ella hasta la puerta.—Vamos Lady Di, que te va a encantar este sitio nuevo ya verás.
Violeta mira la escena a unos metros, intenta respirar antes de acercarse a la puerta del consultorio que debe de estar a punto de abrir.
Hace poco más de una hora se ha despertado con los ruidos de Diana, su perra, vomitando. En cuanto ha procesado lo que estaba pasando se ha levantado y se ha topado con varios vómitos con sangre, alarmada, ha despertado a su compañera de piso y mejor amiga. Han recogido y han salido de casa lo más rápido posible. La rubia se ha encargado de convencerla de que ir a urgencias a esas horas hubiese retrasado más la consulta que yendo a la primera veterinaria que abriese de la zona.
Desde detrás del cristal de la puerta, ambas granadinas ven como una pelirroja unos años más joven que ellas se acerca a abrir la puerta.
—Buenos días.—Las sonríe mientras se da la vuelta y se une a una joven morena para adentrarse en el pasillo que queda a la derecha de la recepción.
—¡Hola! ¡Buenos días! ¿Teníais cita?—Un chico de pelo castaño alocado y bigote les sonríe al otro lado del mostrador y baja la mirada a lo que Violeta supone que es la agenda.
—No, hemos venido de urgencia a ver si nos podíais atender.—Contesta la rubia.
—Nos hemos despertado esta mañana con la perra vomitando y varios vómitos con sangre.—Complementa la pelirroja, esperando convencer al chico de alguna manera de que las atiendan.
—Vale, dejadme comprobar la agenda y os digo si hay hueco. Que hoy por la mañana está sola Chiara y no hay forma posible de mover las citas.—'Martin', como pone en su chapa identificativa, pasa las hojas de la agenda y comprueba un par de cosas en el ordenador.—Vale, tiene hueco hasta las nueve y cuarto, voy a preguntarle si le da tiempo.
Chiara oye cómo llaman a la puerta de su consulta y segundos después, la cabeza de su mejor amigo se asoma tras esta.
—Las chicas que han venido quieren saber si las puedes coger ahora. Dicen que se han despertado con la perra vomitando sangre y no tienes a nadie hasta las nueve y cuarto.—Chiara mira su reloj, las nueve menos veinticinco.
—Diles que pasen anda. Y avisa a Rus por si necesito ayuda para sujetarla o algo, creo que está en el baño.—El vasco asiente y se dirige a la recepción/sala de espera para avisar a la pareja de amigas.
A los pocos segundos Chiara ve entrar a la habitación a una chica rubia y una pelirroja.
—¡Buenos días! Soy Chiara.—Las saluda con lo que pretende que interpreten como una sonrisa amable, ve la perturbación en sus rostros, sobre todo en el de la pelirroja.—¿Es la primera vez que venís aquí?—Las dos asienten.—Vale, me dejáis la cartilla y le voy abriendo una ficha mientras me contáis qué ha pasado por favor.
ESTÁS LEYENDO
Favorita | Kivi
RomanceVioleta tiene una perra. Chiara es veterinaria. La vida, el destino o lo que sea, parece estar caprichoso con las coincidencias.