Capítulo 4

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—Entonces, ¿tú actúas el último?—Pregunta Martin acercando la silla a la mesa que han ocupado.

Es viernes, y como suele ser costumbre, Álvaro canta en un bar en el que ya ha actuado alguna vez. El grupo de amigos ha decidido reunirse para ir a verle, ya que este fin de semana es Manu el que se encarga de abrir la clínica y por tanto, Ruslana y Chiara no tienen que madrugar tanto. Martin pidió el sábado libre por una comida familiar, así que el grupo de tres amigos puede permitirse desfasar un poco más que de costumbre.

—Sí, ahora actúa una chica que no sé cómo se llama y luego Alex, que ya hemos coincidido alguna vez, es muy majo.

—El mejor de la noche vas a ser tú, te lo digo yo.—Su mejor amiga, Bea, es probablemente la persona que más le anima en esto de ser artista.

—Bueno, tampoco nos vengamos arriba que no has oído nunca a los otros.

—Que hemos venido por educación, obviamente vas a ser el mejor.—La ucraniana no tiene el ni el mínimo interés en el resto de actuaciones de la noche.

—Habéis venido porque a mí me hacen estar desde el principio y no me ibais a dejar sólo dos horas. Y porque os hacen descuentos en la bebida por ser amigos míos.

—¿Qué? No insinúes esas cosas Alvarito que la tenemos, ni que fuéramos unos interesados.

—Rus pero si esta tarde me has dicho que tenías muchas ganas de venir pronto para empezar a beber cuanto antes.

—¡Chiara! ¿Dónde queda tu secreto profesional? Que estábamos en el curro.

—El secreto profesional es para los clientes, págame y me lo pienso.

—Ahora que lo has largado todo ya.

—Para la próxima.—La morena está disfrutando del momento puesto que ha conseguido su comedido de picar a su mejor amiga.

—A mí lo de que os comportéis como dos hermanas adolescentes con más de veinte años me lo vais a tener que ir explicando.—Bea, que conoce a menorquina desde segundo de carrera se sigue sorprendiendo con las amigas, porque cómo se comporta con Ruslana no tiene nada que ver con la Chiara que conoció.

—Y eso que no trabajáis con ellas, que menudas tardecitas me dan en cuanto se quedan las dos libres, invaden la recepción.

—Pero de que te vas a quejar tú bigotitos si tienes el trabajo más aburrido del mundo y nosotras te lo animamos.

—¡Eso, eso! Don't be a hypocrite, Martin.—Puede que hace un momento estuviese medio discutiendo entre ellas, pero nunca permitirán que nadie que no sea ellas se meta con la otra, y menos con el conjunto que forman.

—Hoy ha sido bastante horrible la verdad.—Confiesa el vasco.

—Tiene razón.

—¡Kiki! Pensaba que estábamos juntas en esto.

—Rus es que llevas toda la semana detallándonos tus encuentros sexuales con Nerea y los no sexuales también. No hablas de otra cosa.—Se excusa la medio inglesa.

—Pues como siempre.—La de pelo rizado ha vivido en sus propias carnes lo que puede llegar a ser la ucraniana hablando de la otra chica.

—No, como siempre no.—Ruslana saca pecho, levanta la barbilla y pone una sonrisa que grita orgullo en todos los idiomas.—Ahora hay un nuevo matiz.

—¿Qué matiz? ¿Qué dices?—Pregunta el sevillano que se encuentra el más perdido de todos, los nervios empiezan a hacer efecto, aunque sean de los buenos, y no puede evitar desviar su concentración al escenario cada pocos minutos.

Favorita | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora