Capítulo 3

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—Pff. Que aburrimiento.—Ruslana resopla audiblemente mientras vuelve a intentar encestar un tapón en el contenedor específico para ellos que tienen en la recepción. Ha vaciado parte de este y lleva diez minutos lanzándolos y fallando, haciendo que todo el suelo se llene de ellos.

—I think I'm dying, cause: no activity.—Chiara está dando vueltas en la otra silla que tienen en recepción, probablemente dentro de unos segundos se arrepienta mareada, pero no sabe que más hacer para entretenerse.

Es lunes y acaban de empezar el turno de tarde, está siendo un día poco ajetreado y muy aburrido para la pareja de amigas, y de momento no tiene ninguna pinta de que vaya a cambiar. Manu está en su consulta atendiendo un cliente que tenía cita para esa tarde.

Las Ruski, en cambio, están esperando a que alguien llame o entre por la pueta. Martin tenía que ensayar un número para una clase y no ha ido a trabajar, así que esfumar al aburrimiento se ha vuelto tarea de dos y no de tres, sumando dificultad a la tarea.

—¿Me estás diciendo en serio que nadie quiere venir aunque sea a que le cortemos las uñas al gato?—Chiara deja de dar vueltas y da un golpe con las manos en la mesa, impulsándose y alejándose de ella.—Ugh, I'm feeling dizzy.

—Si alguien viene a cortar uñas me lo pido.—La señala amenazante Ruslana mientras se levanta a por los tapones esparcidos por el suelo para volver a empezar su juego.

—That's not fair! Lo he dicho primero.

—Lo has dicho, pero no te lo has pedido.—La pelirroja se sienta mirándola con un gesto de superioridad y la menorquina tiene que resistir sus impulsos de darle una patada a la silla de su amiga para que caiga al suelo.

—Such a dickhead.—Susurra.

—¡¿Eh?! Dices muchas sucierías con esa boca últimamente.

—Es lo que pasa cuando estoy harta.

—Pues vamos a hacer algo.

—¿El qué? Hemos ordenado hasta las agujas por colores y luego las hemos vuelto a ordenar por tamaño. No queda nada que hacer.

—Pues cuéntame algo. Yo esta mañana te he contado con lujo de detalles mi domingo.

—Demasiados detalles a mi parecer.

—Te viene bien de vez en cuando refrescar el sexo heterosexual, que tus amigas somos bisexuales o heteros la mayoría.

—Y qué más me da a mí cómo folláis.

—Para que empatices cuando tengamos un mal día.

—But...

—But nothing. Cuéntame algo inglesita.—Ahora, la que da vueltas en su silla es la ucraniana, que se detiene justo para quedar frente a su amiga, quien piensa en algo destacable del día anterior.

—Me encontré a Violeta, la dueña de la perra que se tragó los condones.

—¿Ah sí?—Ruslana intenta hacerse la desinteresada mientras se mira las uñas.

—¿Has hablado con Paula?

—Sí.—Acerca sus silla hasta la de la morena y le sonríe de manera siniestra.—Cuéntamelo todo.

—¿Qué te ha contado exactamente?

—Me preguntó por ella y se enfadó contigo por no contarle que estaba tan buena, pero la tranquilicé diciendo que estás en fase de negación porque te gusta, y acabamos intercambiando impresiones.—Resume y obtiene en respuesta a una Chiara incrédula.

—How are you gonna say that I like her if I don't even know her?

—A ver cariña, te parece guapísima y que está buenísima, como a todo ser humano con ojos vara. Yo, de hecho, me toqué el otro día pensando en ella y sólo la he visto unos segundos.

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