—¡Me estás diciendo que tienes su número desde hace CINCO días y no le has escrito!—Chiara se ve atrapada en una especie de persecución por parte de sus dos mejores amigos por el salón de su piso, sitio en el que han ido a comer antes de volver a trabajar.
Como suele ser costumbre en sus martes, parte de sus rutinas, aunque haya semanas, como la anterior, en las que sus distintos compromisos les impida llevarlo a cabo.
Unas llaves se escuchan en la cerradura y los tres amigos se detienen para ver como Paula y Carol les miran desde el pequeño rellano del piso, todos intercambian miradas esperando a que alguien haga algo.
—¿Qué está pasando?—Toma la palabra Carol, para desencadenar sus acciones y de la otra chica de dejar sus abrigos en el perchero y las llaves en el pequeño mueble que tienen en la entrada.
—¡Chiara tiene el teléfono de Violeta desde el jueves y aún no le ha escrito!—Responde Martin, que a pesar de respetar a su amiga y sus tiempos, empieza a desesperarse.
Puede que Ruslana aprovechando todos los ratos muertos en el trabajo y el tiempo que han pasado juntos en su piso para hablarle sobre el tema e insistirle en que le ayude a hacer que la morena reaccione, haya tenido algo que ver.
—¿Pero tú eres tonta?—Paula avanza a paso rápido hacia la medio inglesa, que había conseguido coger un poco de distancia con sus otros amigos y de repente se vuelve otra vez acorralada.
—¡Paula!—Chilla Carol antes de poder impedir que su chica le pegue una suave colleja a su otra compañera de piso.
—¡Oye! Cuando tú te pegaste dos semanas pensando en como escribir a Carol después de que os liastéis por primera vez yo no me queje ni una vez.—Su defensa verbal se ve acompañada por un "uhhhh" compartido de sus compañeros de piso, que se han olvidado de su cometido inicial y ahora disfrutan del pique de las amigas de la infancia.
—Hombre pero no te pongas a sacar los trapos sucios.—Se desespera sin atreverse a mirar a su, ahora, pareja.
—¿Te rallaste por escribirme?—Se acerca la morena al salón donde se encuentra el resto, enternecida por la nueva información sobre sus inicios.
—A ver...—Nota como una mano se posa en su nuca y acaricia las raíces de su pelo. Se gira para encontrarse con sus ojos brillantes.
—Yo estaba ralladísima también, si lo hable con Chiara también, bueno y Martina acabo harta.
—¿Lo suyo no lo sacas?—Se vuelve a girar a mirar amenazadoramente a la víctima inicial de toda la disputa.
—Tú me has pegado.
—Y por lo que te ha pegado. Que se nos olvida.—Vuelve a tomar la palabra la pelirroja, que no piensa dejar el tema hasta conseguir que la menorquina escriba a su ya no tan clienta.
—¿Por qué me ha pegado? I don't remember.—Se aleja del grupo que se ha formado de nuevo a su alrededor para tomar asiento en el sofá. Sus amigos la imitan y se sientan a su alrededor ya sea en el suelo o en el propio mueble, sin apartar los ojos de ella.
—Así que tienes el número de Violeta...—Introduce el tema de manera delicada Carol, que suele ser la menos invasiva en estos casos.
—Y ella tiene el mío...—Utiliza el mismo tono, intentando dividir culpas de lo que sea que le están acusando aunque no tenga muy claro lo qué es.
—¿Y tampoco te ha escrito?—Pregunta Martin, que desconocía esa parte del relato.
—No, y no sé si está esperando a que lo haga yo, o si no quiere que lo haga. Por eso no sé si escribirle o no.
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Favorita | Kivi
RomanceVioleta tiene una perra. Chiara es veterinaria. La vida, el destino o lo que sea, parece estar caprichoso con las coincidencias.