III: La desaparición de Kyle

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El sol, testigo de todo lo que ocurría durante el día, ya se había ocultado por las montañas del oeste. El cielo se tiñó de un manto oscuro, permitiendo que las constelaciones de la bóveda celestial brillaran sobre el mundo de los mortales.

En la humilde morada judía ubicada en el extenso bosque de South Park, un pequeño canadiense recogía los platos de la mesa, aunque en esta cena en especial no habían sido muchos. Sin embargo, refunfuñó cuando llegó al fregadero y recordó que no tenían agua.

— ¡Ike! ¿Ya limpiaste los platos? —su padre adoptivo, Gerald, bajó de la segunda planta y se asomó a la cocina para verificar que su hijo menor haya cumplido con sus tareas.

—Olvidamos el pequeño detalle de que Kyle no ha regresado y por lo tanto no tenemos agua —respondió Ike poniendo los ojos en blanco y abandonando los trastes en el fregadero.

Gerald chasqueó la lengua, con preocupación. Llevaban horas esperando a que Kyle, su hijo mayor, regresara de la tarea que le fue encomendada por el medio día. Gerald cruzó sus brazos, pensativo, recargándose sobre el marco de la puerta de la cocina, permitiendo que Ike fuera ya a descansar a su habitación.

Pero un llamado a la puerta lo sobresaltó y le hizo correr a la entrada, esperanzado porque fueran noticias sobre su hijo. Abrió la puerta con emoción. Sin embargo, pronto se agotó al toparse con las caras largas de Stan y de Kenny.

— ¡Chicos! ¿Supieron algo? —preguntó con cierta desesperación.

—Lo siento, señor Broflovski —disintió Stan con pesar, se mantenía cubierto por su capa azul rey, la noche era fría —. No encontramos ninguna pista. Hemos buscado por horas en el bosque y sus alrededores. Pero no hemos hallado nada.

—No me digan eso... —Gerald masajeó las sienes de su frente —. Kyle no puede estar tan lejos.

—Le pediré ayuda a mi hermana, la Diosa Shelly...

— ¡Pero ella podría decirle a Sheila! Oh, si ella se entera perderá la cabeza —pasó a morderse las uñas, recargándose sobre el marco de la puerta, tratando de pensar a dónde pudo haber ido su hijo.

—Mi hermana es la Diosa de la caza, pero también tiene relación con la Luna porque mi padre se lo concedió, y si bien corremos el riesgo de que ella le cuente a la Diosa Sheila, necesitamos movernos rápido para encontrar a Kyle —quiso explicar Stan, igual de preocupado —. Shelly podría moverse en la noche con mucha más facilidad que nosotros y encontrarlo.

—Pero...

—Señor Broflovski, entendemos su preocupación, pero Shelly ni siquiera sabe que Kyle es hijo de la Diosa Sheila —quiso mediar Kenny —. Solo le pediremos ayuda para encontrar a "un humano cualquiera" y ya. Lo importante y lo que debemos de priorizar es encontrar a Kyle.

—Sí... —suspiró Gerald, intentando centrarse —Tienen razón chicos. Debemos de encontrar a mi hijo y... y Sheila sigue en Troya, tardará semanas en volver. Entiendo. Está bien, por favor Stan, ayúdame a encontrar a mi hijo.

—Bueno... Necesitamos una ofrenda para cumplir peticiones —pestañeó el rubio.

— ¡Kenny! —Stan no tardó en fruncir el entrecejo, pareciéndole grosero su comportamiento.

Si bien, Gerald estaba casado con una Diosa, continuaba siendo judío. No quería molestarlo con ese tipo de cosas, y Stan también estaba haciendo todo esto de corazón, porque se trataba de su súper mejor amigo. No de cualquier otro ser humano.

—Stan ¿Cómo vas a convencer a tu hermana de ayudarte? —Kenny arqueó una ceja —. Yo lo hago gratis y tú también, porque sabemos que se trata del hijo de la Diosa Sheila. Pero Shelly, no. Ella va a querer una ofrenda, y cuando no le pagan, ella...

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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