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Albus Dumbledore estaba que radiaba felicidad, cualquiera que lo conociera pensaría que era porque compro otra bolsa de caramelos de limón pero la verdad era totalmente opuesta, esa tarde se había convertido en abuelo, su hija Severa había dado a luz a sus dos nietos. Ahora estaba en su despacho contándole todo lo ocurrido a los cuadros de los antiguos directores.

Este es Mattheo y esta es Rebecca— dijo mientras les mostraba a los antiguos directores una foto de sus lindos nietecitos —¿No son adorables?— se podía ver como sus pupilas cambiaban a estrellas.

Realmente adorables Albus— menciono Antonia Creaseworthy, una antigua directora.

Severa debe estar realmente feliz— comento Walter Aragon, otro antiguo director y el resto asintió dándole la razón.

Ella es ahora una mujer y madre bendecida por la madre magia.

Albus...— el director del colegio seguía mostrando a los otros directores todas las fotos que saco a sus nietos gracias a un artefacto muggle que tenía en ese momento un sanador —¡ALBUS PERCIVAL WULFRIC BRIAN DUMBLEDORE!— grito Phyllida Spore. Su dedo señalaba el reloj de su escritorio.

¡Por las barbas de Merlín!— guardo las fotos en su túnica y salió corriendo a su chimenea para posteriormente transportarse hacia la prisión de Nurmengard; el lugar donde estaba confinado su antiguo amigo y amor, Gellert Grindelwald.

Santo cielos, este director no pierde su cabeza porque la tiene pegada— se burló Phineas Black al ver la varita del anciano en el escritorio.

En otro lugar, más precisamente en el antiguo castillo de Nurmengard, Albus caminaba junto a uno de los guardias que custodiaba la celda de uno de los magos oscuros más poderosos de tiempos antiguos.

Ya pensaba a creer que no vendrías Albus— dijo una voz escondida entre las sombras de la celda quien al dejarse ver se distinguió a Gellert Grindelwald.

Recuerde señor, solo tiene una hora— el guardia se empezó alejar para darle privacidad al visitante y al prisionero.

¿Cómo has estado Gellert?

Igual que siempre— esto lo dijo con expresión aburrida viendo hacia otra pared —¿Cómo está la niña?— aunque nunca había visto personalmente a Severa si tuvo la oportunidad de conocerla por medio de fotos y algunas cartas que el mismo Albus le llevaba en sus visitas mensuales.

Ella está muy bien.

Y el... ¿cómo la trata?— quería estar seguro que Albus no había dejado a Severa en malas manos —¿El... si la trata como debe ser?— si llegaba a enterarse que ese bastardo la lastimaba el mismo se escaparía de su prisión e iría a buscarlo para acabar con su patética vida.

No debes preocuparte por eso— menciono para que se calmara —De hecho, tengo noticias, muy buenas noticias— saco las fotos de su túnica y extendió su mano para que el otro las tomara.

Gellert no podía creer lo que veía en las fotografías, el barbón frente suyo solo le menciono que Severa se había casado con un mago oscuro, un idiota que se creía superior a él, pero no le dijo que ese idiota había embarazado a la niña y mucho menos que esperaba mellizos.

Dumbledore— el tono mortal y peligroso que uso el prisionero para referirse a él, puso en alerta al anciano —¿¡Porque hasta ahora me dices que Severa estaba embarazada y ahora me estas mostrando las fotos de sus bebes!?— era evidente el enojo que Grindelwald tenía hacia su antiguo confidente.

Tienes que disculparme Gellert pero, con la boda de Severa y Tom, su mudanza a su nueva mansión, el embarazo de esta y todas las obligaciones que tengo en Hogwarts olvide mencionártelo— el mencionado solo resoplo cruzándose de brazos.

Al menos dime como se llaman las dos pulgas de las fotos— aunque vio la pequeña sonrisa que se dibujaba en el rosto de Albus prefirió ignorarlo.

Sus nombres son Mattheo y Rebecca Ryddle.

Lindos nombres— se dio la vuelta para dirigirse a su cama y empezar a buscar un pequeño lápiz de madera que posteriormente usaría para escribir detrás de una de las fotos una nota de felicidades a Severa por sus nuevos hijos. Cuando termino se la entregó al anciano director —Dásela a ella— fue lo último que dijo cuándo vio acercarse a el mismo guardia de más temprano.

El tiempo termino.

Albus guardo las fotos de nuevo en su túnica —Nos vemos en un mes Gellert.

Adiós.

Albus dio una última mirada a la prisión, a veces se ponía a pensar que hubiese sido si el hombre encarcelado, el hombre que antes fue su primer y único amor hubiese estado con él en la crianza de Severa. Con ese último pensamiento se tele transporto de nuevo al colegio donde lo estaba esperado una pila de papeles del consejo escolar por revisar.

El tiempo paso rápidamente para la familia Ryddle, los mellizos fueron crecieron de manera sana y normal gracias al amor que sus padres, sus abuelos y los amigos de sus padres les daban. Severa les daba algunas clases de pociones, Tom les daba lecciones de artes oscuras y sus abuelos no se quedaban atrás, Albus les enseñaba sobre la historia del mundo mágico y muggle (esto último para simplemente molestar a Tom) y Minerva les daba pequeñas clases teóricas de transformaciones.

Los niños se divertían visitando a los Malfoy y a los Zabini quienes jugaban mucho con los herederos de estos. En una de esas visitas Mattheo Ryddle se hizo amigo rápidamente de Draco Malfoy y de Bleise Zabini, mientras que Rebecca conoció en una fiesta de cumpleaños a Pansy Parkison, una niña muy divertida quien se la pasaban haciéndose diferentes peinados. Así fue todo hasta que los mellizos cumplieron once años y su carta fue entregada personalmente el mismo director y la subdirectora, o como ellos los conocen, su abuelo y abuela.

Ese primero de septiembre el andén 9 ¾ vio otro año de nuevos estudiantes dirigirse hacia el colegio de Hogwarts para iniciar su primer año escolar.

No fue sorpresa para nadie cuando el sombrero seleccionador puso a los mellizos Ryddle en la casa Slytherin al igual que sus amigos. Cada hermano era una copia exacta de sus padres, Rebecca siendo más parecida a su padre Tom heredando la habilidad de hablar parsel, mientras Mattheo continuo el legado de su madre con las pociones.

Cada año que pasaba Albus y Minerva estaban de igual de orgullosos de sus nietos por lo que en cada cumpleaños les compraban algún regalo excéntrico que terminaba siendo revisado por su hija para ver si era seguro para sus hijos. La primera regañada en esto de los regalos fue Minerva ya que le compro a Mattheo una escoba profesional para que la usara cuando jugara con el equipo de su casa. Aunque ahora que Severa lo pensaba no sabía dónde saco su hijo su afinación por ese deporte ya que ni Tom ni ella les gustaba.

Ahora todo fue más rápido que antes puesto que los mellizos se estaban graduando del colegio, no querían pensar en lo rápido que crecían.

El futuro fue prometedor, Mattheo siguió los pasos de su padre uniéndose al ministerio trabajando en varios departamentos y formalizando una relación con la mejor amiga de su hermana, Pansy Parkison. Claro que Rebecca no se quedó atrás de todo, ella inicio su carrera en Magizoología estudiando mas a fondo a los basiliscos, criaturas que según ella eran incomprendidas por la sociedad mágica.  

  

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TODO POR UN BIEN MAYOR || female Severus ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora