CAPITULO 3: PESADILLAS Y SENTIMIENTOS CONFUNDIDOS

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Sarah Mikaelson salió del edificio, sintiendo la brisa fresca de la tarde en su rostro. A pesar de que las sesiones con su psicólogo habían ayudado a calmar las pesadillas por un tiempo, éstas habían vuelto, implacables. Los recuerdos de la tragedia que presenció a los cinco años seguían marcando su vida. Había revivido ese fatídico día tantas veces en sus sueños que ya no podía diferenciar si eran sólo pesadillas o recuerdos nublados por el trauma.

Al mirar hacia el aparcamiento, vio a su tío Kol apoyado despreocupadamente contra su auto, con una sonrisa que siempre había tenido el poder de tranquilizarla. No obstante, esa tranquilidad venía mezclada con algo más profundo, algo que Sarah no lograba descifrar del todo, aunque lo sentía cada vez que él estaba cerca. Desde hace tiempo, se había dado cuenta de que lo que sentía por él no era sólo cariño familiar, sino algo más complicado, algo que no debería sentir.

Kol la miró con esos ojos traviesos y una pizca de preocupación. Sabía que las pesadillas habían regresado, ya lo habían hablado e incluso Kol prometió no decirle a nadie sobre el hecho de que esas pesadillas volvieron, y aunque le restaba importancia con su actitud desenfadada, en el fondo le dolía verla sufrir.

—¿Qué tal ha ido? —preguntó, su tono ligero, pero sus ojos buscando alguna señal en su rostro.

—Lo de siempre —respondió Sarah con un suspiro, encogiéndose de hombros—. Las pesadillas... no se van.

Kol asintió, como si hubiera esperado esa respuesta, y caminó hacia ella.

—Esos viejos demonios... —murmuró, como si hablara tanto para ella como para sí mismo. Luego le tendió la mano—. Vamos, hay algo que siempre funciona para distraerte de esas cosas oscuras.

Sarah aceptó su mano, sintiendo el calor de su piel, y juntos se dirigieron al coche. El mundo parecía un lugar menos aterrador con Kol a su lado, pero en el fondo, el conflicto interno de lo que sentía por él ardía más intensamente que nunca.

Mientras Kol conducía por las calles de Nueva Orleans, el silencio entre ellos se volvía ca vez más denso. Sarah miraba por la ventana viendo cómo las luces de la ciudad pasaban rápidamente, pero su mente estaba atrapada en ese incomodo espacio entre la realidad y los recuerdos.

Finalmente, Kol rompió el silencio.

—¿Recuerdas cuando solíamos venir aquí?— dijo, mientras giraba por una calle menos transitada—. Te encantaba sentarte en esa vieja fuente y contarme todos tus planes para cuando fueras mayor. 

Sarah sonrió débilmente. Era cierto, en su niñez, había idealizado un futuro lleno de aventuras y de posibilidades, antes de que la tragedia empañara sus sueños. No obstante, aunque intentaba aferrarse a esos recuerdos felices, siempre terminaban manchados por la imagen de sus padres muriendo frente a ella.

—Las cosas eran mas fáciles entonces— respondió con un tono melancólico—. Todo era más claro... Sabía lo que quería, o al menos lo que pensaba que quería. 

Kol ladeo la cabeza para observarla por un momento, sus ojos estaban mas serios de lo habitual.

—Las cosas no siempre son fáciles, Sarah. Lo sé mejor que nadie — dijo con una intensidad en su voz que Sarah reconocía como una mezcla de rabia contenida y algo mas profundo—. Pero el pasado es pasado y no debería gobernar tu vida.

Sus palabras la golpearon. Era irónico que fuera Kol, quien siempre se había visto envuelto en su propia oscuridad y  en la lucha por redimirse, el que le hablar de dejar el pasado atrás. Y aun así, algo en su tono la hizo sentir que estaba tratando de ayudarla, como si viera en ella una oportunidad de hacer algo bien, algo que él mismo no había logrado para sí

Llegaron a la vieja fuente de la que Kol hablaba, un lugar apartado, casi escondido en un rincón olvidado de la ciudad. Sarah bajó del coche, y con un suspiro, se sentó en el borde como solía hacerlo de niña. Kol se quedó a su lado, apoyado contra el respaldo del asiento, mirándola de reojo. 

LA HISTORIA DE MI VIDA --SARAH BLACK PARKER--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora