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Hongseok y Hyunggu se asomaron por la puerta de la habitación del menor, podían sentir su olor pero este ya no era tan fuerte, esto les confirmaba que el Omega había terminado su celo.
—¿Wonnie?
El peli marrón dejó de lado su celular y observó a sus padres, esperando a que dijeran algo y dejaran de observarlo como si fuese a desaparecer en el momento que respiraran.
Suspiró cansado. —¿Qué pasa?
Hyung miró a su Alfa esperando que este hablara pero él seguía aferrándose a la puerta, con temor. Negó, él también se sentía asustado de que Jungwon volviera a esconderse en casa, de que de nuevo pasaran por todo ese proceso de autosuperación bastante largo y que dolía en el camino. —¿Te encuentras bien, cachorro?
Jungwon asintió mientras se sentaba en la cama. —Estoy bien, solo un poco ansioso.
—¿Ansioso por qué?
—Mhm... bueno, invité a Seungcheol hyung a la casa.
Hongseok parpadeó confundido. —¿Invitaste a Seungcheol? —su hijo asintió lento—, ¿por qué?
—Quiero hablar algo importante con él... —dudó en si decirles o no, pero al ver lo intrigados que sus padres se encontraban decidió hacerlo, de todas formas se enterarían en cuanto su hyung llegara—, creo que ya es hora de dar el último paso, ¿no?
Hyunggu se desmayó.
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Era un miércoles aburrido, Sunoo se quería lanzar por la ventana, o dormir sobre el pupitre, pero la maestra Joy lo estaba viendo desde hace un buen rato con ojo crítico y creía que si dormía ella iba a aparecer en sus sueños, aterrador.
Sunghoon sentado en la fila contigua a la suya se encontraba ansioso y nervioso, no dejaba de golpear su pie contra el suelo en un ritmo apresurado e irritante, como de que siguiera así le iba a clavar un lápiz en el dedo chiquito del pie.
