Capitulo 3

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Al día siguiente, me desperté con los rayos del sol colándose a través de las cortinas. No sabía exactamente qué hora era, pero sentía una mezcla de ansiedad y emoción. Sensaciones extrañas, como si todo lo que había sucedido la noche anterior hubiera sido un sueño. Pero el cuarto desconocido, el sonido a la lejanía de una ciudad nueva, además de la ausencia del olor al café caliente de mamá que embriagaba toda la casa, me recordaron que ya no estaba allí. Me levanté lentamente, como si el peso de las decisiones aún reposara sobre mis hombros. Fui directo a la ventana para comprobar que no fuera un sueño, que realmente había salido de México, que esta era mi nueva vida, que tenía una nueva oportunidad para hacer las cosas mejor.

Afuera, las calles empezaban a llenarse de vida conforme avanzaba el día. Personas apresuradas, ajenas a mis pensamientos, ajenas a mi vida. Y cómo me encantaba sentir esa curiosidad por todo el cuerpo ante cada cosa nueva que veía.

Respiré hondo, intentando llenar mis pensamientos con la promesa de un nuevo comienzo. Pero, inevitablemente, mi mente volvió a ella. A sus ojos furiosos, despectivos y manipuladores. A la forma en que mi nombre sonaba entre sus dientes hipócritamente cuando discutíamos.

Sabía que no podía permitirme caer otra vez en ese espiral de recuerdos. Este era mi escape, mi oportunidad de redescubrirme. No podía dejar que la culpa me arrastrara de nuevo a ese limbo, a ese estanque.

Decidí salir, caminar por las calles sin rumbo fijo, buscando distraerme, intentando abrazar esta nueva libertad. Me arreglé lo mejor y rápido que pude; solo quería estar afuera, quería distraerme de todo esto.

El sol pegaba fuerte, pero había una brisa fresca que me ayudaba a despejar la mente. Todo me resultaba nuevo, desde las señales en otro idioma hasta los aromas que salían de los pequeños restaurantes a pie de calle. Sentí una mezcla de emoción y vulnerabilidad, como si cada paso que daba me empujara hacia lo desconocido.

Mientras caminaba, mi teléfono vibró en el bolsillo. Por un instante, mi corazón se aceleró. ¿Sería ella? Saqué el móvil y miré la pantalla. Era mamá.

—¿Cómo estás, hija? —decía el mensaje—. No has llamado.

Mi pensamiento se nubló por completo. Odiaba el hecho de que cada vez que peleábamos y huía, ella actuaba como si nada hubiera pasado, como si solo fuera una broma.

—¿Dónde estás? —decía otro mensaje en mi barra de notificaciones.

Aun así, no podía dejarla pensando que algo malo me había pasado. Le contesté rápido, diciéndole dónde estaba, asegurándole que estaba bien, que necesitaba un poco de tiempo para adaptarme. No podía decirle todo lo que realmente sentía; ni siquiera sabía cómo ponerlo en palabras. Le envié un emoji de sonrisa y guardé el teléfono.

Sé que probablemente ella pensaría que solo fue un chantaje, que estoy con una amiga, que exageré, que le voy a dar el dinero y bla, bla, bla, así que solo silencié mi teléfono y dejé que el mundo siguiera.

Seguí caminando hasta que llegué a un pequeño parque. Me senté en una banca y observé cómo las personas pasaban a mi alrededor, ajenas a mi caos interno. Mientras veía a un grupo de niños jugando, me di cuenta de algo. Había pasado tanto tiempo viviendo para otros, preocupándome por sus expectativas, que había olvidado lo que se sentía estar sola, solo conmigo misma. Este viaje no era solo un escape, era una oportunidad de reescribir mi historia. Pero, ¿cómo se empieza a ser alguien nuevo cuando ni siquiera sabes quién eras antes?

Aún no tenía las respuestas, pero al menos estaba fuera de esa prisión invisible en la que había estado atrapada. Y eso, por ahora, era suficiente.

El clima empezó a darme frío y hambre, así que fui hacia una tienda de conveniencia que se veía a lo lejos. Estaba tan metida en mis pensamientos y en los niños jugando que no me di cuenta de que había chocado con una pared… bueno, en realidad, fue con el gran torso de alguien. El golpe me sacudió de mis pensamientos y sentí un ligero escalofrío, no solo por el frío, sino por la sorpresa. Di un paso atrás rápidamente, casi tropezando con mis propios pies.

—Lo siento mucho —dije, frotándome el brazo mientras levantaba la vista.

Mis ojos se encontraron con los de un hombre alto, con una chamarra de cuero negro que le cubría parte del rostro. Sus ojos claros, con sombras negras alrededor, eran guapísimos. Como si de un dios se tratara. Era enorme y precioso, aunque su carácter no fuera muy elocuente.

—Compermiso, quítate —me empujó y siguió su camino.

—¡Auch! Eso dolió, fíjate —murmuré.

El hombre alzó una ceja, apenas inmutado por mi voz. Su mirada era fría, casi distante, expectante a mi respuesta.

—Fíjate —repetí, casi desafiándolo, mientras avanzaba un paso más, reduciendo la distancia entre ambos.

Su presencia seguía siendo abrumadora, pero esta vez sentí una chispa de desafío dentro de mí. Si quería ponerme a prueba, entonces estaba lista para aceptar el reto, fuera cual fuera.

—¿Y qué es lo que quieres que vea exactamente? —pregunté, sin bajar la mirada.

—¿A ti?

---Olii les dije que les tenia un capitulo más larguito. Espero les guste besos en el ane♡♤

Luces, cámara. ¿Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora