3. Bebé bonito

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     Taeyong era mi mundo entero. Me bastó solo unos segundos empezar a quererlo y con el paso del tiempo mi corazón le pertenecía más y más. Le hubiera dado mi hígado a ese niño sin pensarlo dos veces.

     Los dos días de la semana que Jongin lo traía a casa se me iban despiadadamente veloces. A menudo me inventaba excusas para poder tenerlo un poco más: «Dile a Angie que si necesita más tiempo para ella puede dejar a Tae aquí», «Es una fecha especial, si Angie quiere celebrar, podríamos quedarnos al bebé unos días más», «Seguro ella está cansada de trabajar, ¿por qué no lo devuelves más tarde?». Al principio funcionó bastante bien. Poco a poco Taeyong empezó a ser una presencia normal en casa. Tanto así que muchas veces era yo su cuidador principal mientras Jongin iba a trabajar o a sus ensayos nocturnos. No voy a mentir, ¡me encantaba tenerlo todo para mí! Amaba hacerle gracias y verlo sonreír, grabarlo mientras probaba comida nueva, enseñarle ruidos y mañas. Si lo hubiera engendrado yo no podría amarlo más.

     —Siento que me has cambiado por uno que no sabe comer sin mancharse —reclamaba Jongin en ocasiones. Era un necio celoso de su propio hijo.

     —Totalmente. Ya no eres mi hombre número uno, ve asimilándolo.

     Entonces él me quitaba a Tae de los brazos y empezaba a reclamarle:

     —¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? Me quitas mi dinero y me quitas a mi hombre, ¡eres un villano muy grande para tu estatura tan pequeña! Tal vez alguien podría olvidarse de comprar tu cremita para las rosaduras la próxima semana, ¿qué tal te parece eso? ¿eh? ¡Ja! Te has preocupado... Ya no babeas tan libremente como hace unos minutos.

     Y yo me reía a carcajadas por su tonta actuación. Dios mío, era realmente feliz en aquella época. Incluso intenté llevarme bien con Angie. No me malentiendan: odié a esa mujer desde el momento en que supe que sostuvo relaciones sexuales con Jongin mientras él estaba intoxicado. ¿Qué clase de loca hacía eso? Pues una que buscaba sostener a un hombre famoso desesperadamente. Sus intenciones eran muy fáciles de leer. En lo que a mí respecta ella era una villana básica. Angie necesitaba posicionarse en el escenario artístico del país y qué mejor que hacerlo con Kai Svenka, atractivo, con una carrera exitosa y en ese momento, soltero. Usó un truco muy bajo, por decirlo levemente. La verdad es que me enojaba saber que cometió una agresión sexual contra Jongin sin que pudiéramos hacer mucho al respecto. Me dolía muchísimo, ¿cuántas experiencias de ese tipo tendría que vivir mi pobre niño herido hasta que el mundo le diera una tregua? Maldita sea una y mil veces.

     Por otro lado, era la madre de Taeyong y nadie podía cambiar eso. Iba a estar presente siempre en nuestras vidas, así que por pura estrategia y, por supuesto, un profundo amor al bebé, la mandé a invitar a comer muchas veces, le dejé notas amistosas en el bolso de Tae, un par de veces envié mensajes de voz desde el celular de Jongin felicitándola por su cumpleaños o el día de la madre. Ella nunca me respondía y sabía que si mi nombre se paseaba por su boca iba siempre seguido de un insulto. Hice todo lo que pude para no tomármelo personal. Realmente yo no tenía nada contra ella más que el desagrado por lo que hizo con Jongin, pero ¡ni siquiera me daban celos! Me sentía muy seguro de mi esposo quien desde nuestra boda se comportaba conmigo de forma inmejorable, si le pidiera más iría a santificarse.

     Por Taeyong, Jongin y yo fuimos pacientes y soportamos insultos y desplantes. Nada importaba más que tener al bebé cerca, muy cerca de nosotros.

     Además, estaba la relación de Jongin con Taeyong. Al principio lo veía arisco como a un gato salvaje, con miedo de acercarse, ahogado en su propio estrés pensando en todo lo que podía salir mal. Pero con el paso de los días, la existencia del bebé fue tan ineludible que no le quedó más que encontrar el modo de asimilarlo. Casi podía ver la forma en la que su corazón se abría al amor como el botón de una rosa. Después del primer año, era natural verlo bailando con el niño en brazos por todo el departamento, ducharlo, cambiarle la ropa era algo que podía hacer casi con los ojos cerrados... Jongin siendo un padre amoroso me ponía el carácter dulce como la miel y a él seguramente le encantaba eso porque luego practicábamos en la habitación como si estuviera intentando embarazarme a mí también. Spoiler: no sucedió, mi vida no es un omegaverse.

Arabesque [Fanfic EXO-NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora