La comisaría de Woodland bullía frenéticamente desde que la desaparición de Violet había sacudido al pueblo. La tensión contenida de todos, que esperaban más temprano que tarde la más tristes de las noticias, se sentía en cada esquina de aquel lugar.
Cada segundo que pasaba se convertía en un calvario para aquellos que la amaban, en concreto para sus padres y su hermana, que, a duras penas, podían atender a la prensa intentando dar visibilidad a la búsqueda de su hija. A medida que los días pasaban y las esperanzas de encontrarla con vida se desvanecían, el foco de la investigación se había centrado en la última persona que la había visto: Víctor Lamb.
El interrogatorio había comenzado hace horas, pero la inspectora Parker seguía golpeando con preguntas incisivas, como un martillo que buscaba romper el silencio del joven, esa capa de calma que intentaba mantener. No podía creer todo lo sucedido, y se temía lo peor, aunque guardase la esperanza de que su novia simplemente pudiera estar desorientada.
La estancia era pequeña, con paredes grises y un ventanuco en la puerta que no ofrecía escapatoria. Las luces brillaban intensamente sobre la cabeza de Víctor, dejando el resto de la sala en penumbra, como si la verdad estuviera oculta en las sombras, esperando ser arrancada a la fuerza.
—¿Qué estabais haciendo cuando Violet huyó? —preguntó la inspectora Parker, inclinándose sobre la mesa, sus ojos fijos en los de él, como un depredador acechando a su presa.
Víctor tragó saliva, sintiendo el peso de cada palabra que la inspectora arrojaba contra él. Sabía que, si perdía la calma, perdería mucho más que eso: perdería la posibilidad de encontrar a Violet y quizás, también su libertad.
—Ya se lo he dicho —respondió Víctor, su voz firme pero agotada—. Estábamos comiendo algo en las colinas. Charlando, pasando el rato juntos, sin más.
Parker lo miró con desdén. Había escuchado esa misma frase demasiadas veces en el tiempo que llevaba interrogándolo.
—¡No! —dijo alzando la voz y golpeando levemente la mesa—. ¿Qué estabais haciendo durante los minutos previos a que ella huyese supuestamente? —continuó matizando su pregunta.
Víctor sintió pudor y algo de vergüenza, pero no le iba a traer nada bueno ocultar algo tan natural como tener un momento de intimidad con su pareja.
—Bueno, estábamos... Ya sabe.
La inspectora suspiró. En su mente ya tenía una clara teoría de lo que había ocurrido, y sin lugar a dudas, estaba decidida a demostrarla.
—¿La forzaste a algo? —preguntó tajante haciendo que la expresión de Víctor se helase aún más.
—¡Yo no la obligué a nada! ¿De qué me está acusando? —preguntó intentando disimular cómo su voz se quebraba. La idea de que cupiese la posibilidad de que lo culpasen de haber violado a Violet y haberla hecho desaparecer lo destrozaba y lo enfadaba a partes iguales.
—Si piensas que puedes protegerte ocultando la verdad, estás equivocado. Tu historia no tiene sentido. Nadie huye sin motivo aparente —continuó sin dejar de presionar la voluntad de Víctor—. Si fue una simple discusión, ¿por qué no la seguiste de inmediato? ¿Por qué tardaste tanto en dar la alarma?
Víctor apretó los puños bajo la mesa, resistiendo el impulso de golpear la superficie de metal. Tenía que mantenerse centrado. Sabía que Parker estaba tratando de manipularlo, de hacer que cayera en su propia trampa.
—¡Yo la busqué! ¡Violet estaba teniendo problemas y yo sólo intentaba ayudarla! —replicó, con ira—. Corrí tras ella, pero el bosque... Es denso, oscuro. Perdí su rastro y me culpo cada jodido segundo por ello.
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Flashback
Ficção AdolescenteViolet jamás imaginó que una simple fiesta cambiaría su vida para siempre. A sus 16 años, y tras mudarse a Woodland comienza una relación con Víctor que parece ser perfecta, hasta que, durante una fiesta, Violet sufre un desmayo. Tras el suceso, s...