Capitulo 7

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Los labios de Penélope estaban atrapados en los de Anthony, como si el tiempo hubiera dejado de existir. El mundo a su alrededor se desvanecía, y solo quedaban ellos dos, perdidos en la intensidad del momento. El calor del cuerpo de Anthony contra el suyo la hacía olvidar todo lo demás: las razones por las que no deberían estar juntos, la diferencia de edad, el vínculo con Colin. Solo podía sentir cómo su corazón latía desbocado bajo el toque firme de Anthony, que la mantenía cerca, como si temiera que si la soltaba, el encanto se rompería.

Pero, de repente, el remolino de emociones comenzó a desvanecerse. La realidad, fría y silenciosa, se coló en su mente. Penélope abrió los ojos lentamente y se apartó un poco, sus labios aún rozando los de él, pero con el peso de sus pensamientos nublando el momento. Se quedó mirando a Anthony, que la observaba con esa mirada intensa que siempre la hacía sentir tan pequeña y a la vez tan deseada.

—No... —murmuró ella, con la voz temblorosa.—Anthony, no podemos hacer esto.

Anthony frunció el ceño ligeramente, como si no comprendiera de inmediato lo que ella decía, pero no la soltó.

—Penélope —susurró él, acercándose de nuevo, sus labios buscando los de ella una vez más.—Sabes lo que siento por ti. No puedo dejar de desearte. Te prometo lo que quieras... te prometo la luna y las estrellas si eso es lo que necesitas para estar conmigo.

Penélope tragó saliva, cerrando los ojos por un segundo. Su corazón se debatía entre la razón y el deseo, pero las palabras de Anthony la envolvían como una promesa irresistible. ¿Podía realmente ignorar todo? ¿Podía permitirse vivir ese amor, aunque fuera en secreto?

—Eres mayor que yo —murmuró ella, casi como si se lo recordara a sí misma.—Y... Colin...

El nombre de Colin cayó en la habitación como una sombra oscura. El recuerdo de lo que había sentido por él, por el hermano de Anthony, llenó su mente de dudas.

Anthony se tensó al escuchar el nombre de su hermano, pero no se apartó. Al contrario, su agarre se hizo más firme.

—No pienses en Colin ahora —dijo Anthony, su voz más grave, más urgente.—Esto es entre tú y yo, Penélope. Lo que hay entre nosotros es real, y no voy a perderlo.

Penélope lo miró, sus ojos llenos de confusión y miedo, pero también de deseo. Sabía que Anthony estaba dispuesto a hacer lo que fuera por ella, a tenerla sin importar las consecuencias. Y, en lo más profundo de su ser, también sabía que ella no podía negarse. No a él.

Finalmente, asintió, rendida ante sus propios sentimientos.

—Está bien —susurró.—Pero esto tiene que ser un secreto, Anthony. Nadie puede saberlo.

Los labios de Anthony se curvaron en una sonrisa cargada de alivio y satisfacción. Sin decir una palabra más, la besó de nuevo, esta vez con más pasión, como si ese beso sellara su acuerdo. Penélope se dejó llevar una vez más, sintiendo que había cruzado una línea de la que ya no había vuelta atrás.

Justo en ese momento, un golpe fuerte y decidido en la puerta los hizo saltar. Penélope se separó bruscamente, su corazón martilleando en el pecho, mientras Anthony, con una calma calculada, miró hacia la puerta.

—Anthony, ¿estás ahí? —La voz inconfundible de Colin resonó al otro lado.

Penélope sintió un escalofrío recorrer su espalda. Colin. ¿Qué harían si él los descubría?

Anthony, sin soltarla del todo, llevó un dedo a sus labios, indicándole silencio. Luego, con la misma tranquilidad que lo caracterizaba, se acercó a la puerta y respondió sin abrir.

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