𝗅𝖺 𝖽𝖾𝖻𝗂𝗅𝗂𝖽𝖺𝖽 𝖽𝖾 𝗆𝗂𝗇𝗁𝗈

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Si Minho tuviera que describir a Yongbok, probablemente no habría palabras suficientes en el vocabulario de ninguna lengua existente. No había manera de condensar en frases lo que Felix significaba para él. Su pequeño Yongbok-ah, tan brillante y lleno de vida, era la razón por la que se levantaba cada día con energías renovadas. Culpable de la mayoría de sus sonrisas, y eso que Bangchan y Jisung hacían un esfuerzo notable por competir en ese terreno. Pero Felix... Felix era diferente.

Lee Yongbok era, sin lugar a dudas, el ser más bello que había conocido. Y no era el único que lo pensaba. Los chicos lo decían constantemente, Stay lo repetía como un mantra, y cualquiera que tenía el privilegio de intercambiar siquiera dos palabras con el pequeño australiano quedaba irremediablemente cautivado.

Sin embargo, para Minho, esa admiración pública no siempre era algo bueno. Cada día se veía obligado a ser un poco más egoísta, un poco más celoso. Porque a cada paso que Yongbok daba, llamaba más la atención. Era como si todos quisieran un pedazo de él, una sonrisa, un vistazo de su risa, su tiempo. Y Bokie, siendo como era, tan generoso y abierto, no quería excluir a nadie. En su afán por estar para todos, cada vez tenía menos tiempo para su hyung favorito.

Minho lo observaba con los brazos cruzados y una mueca infantil en su rostro. Aunque no lo admitía, ese pequeño berrinche lo hacía ver aún más adorable.

"Lo siento, hyung", se disculpó Bokie, con una sonrisa torcida, sentándose en la cama sin pedir permiso. Sabía que Minho no lo reprendería, nunca lo hacía.

"Deberías estar con los demás", murmuró Minho, aunque no con verdadera convicción. "Seguro quieren que estés allí."

"Pero yo quiero estar con usted, hyung", respondió Yongbok con calma, dejando a un lado el tazón de palomitas y las dos latas de Coca-Cola Zero sobre la mesita de luz. "¿O acaso no quiere que me quede? Si es así, puedo irme…"

"No he dicho eso", se apresuró a responder Minho, casi demasiado rápido, como si temiera que de verdad Bokie se fuera.

"Está bien, entonces me quedo", replicó el menor con una sonrisa tan amplia que sus ojos se cerraron en pequeñas líneas de felicidad. Minho casi suspiró de alivio al verlo.

"¿Podemos ver una película, hyung?", preguntó
Yongbok, ya acurrucado bajo las mantas, demasiado cerca de Minho como para no sentir el calor que desprendía. Minho asintió y le pasó su teléfono para que escogiera algo.

Minho sonrió para sí mismo cuando sintió a Bokie acomodarse en su pecho, sin pedir permiso, como si aquel lugar le perteneciera por derecho. Con el brazo libre lo rodeó por los hombros, acercándolo aún más, disfrutando de la intimidad que compartían. Aunque nunca lo admitiría en voz alta, Minho amaba estos momentos más que nada. Y lo mejor de todo era que él era el único que podía tener a Yongbok así, tan cerca, tan suyo.

Si fuera menos reservado, le tomaría una foto justo en ese momento. La subiría a todas partes para que todo el mundo supiera que Yongbok-ah tenía un favorito, y que ese favorito era él. Yongbok no solo era su debilidad; era su mundo entero. Y aunque Minho nunca lo dijera, el rubio lo sabía. Por eso, el menor aprovechaba esos momentos para quedarse pegado a su lado, robándole abrazos, sonrisas y el poco autocontrol que a veces le quedaba.

El secreto a voces era evidente: Minho era débil por Yongbok, y a él no le importaba en absoluto. Porque mientras Yongbok siguiera corriendo hacia él al final del día, con esa sonrisa traviesa y ese amor incondicional, todo estaba bien en su mundo.

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𝗦𝗮𝗿𝗮𝗻𝗴𝗵𝗮𝗲, 𝗬𝗼𝗻𝗴𝗯𝗼𝗸-𝗮𝗵 ⇉minlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora