Capítulo 4: Ecos del pasado

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Los días siguientes estuvieron marcados por una calma tensa entre Lara y Noah. Aunque ella ahora entendía más sobre el oscuro pasado de Noah, sentía que aún faltaban piezas importantes del rompecabezas. Noah había vuelto a ser su sombra protectora, pero cada vez que intentaba abrirse más, algo lo detenía. Lara sabía que había algo más, algo que él seguía ocultando, y estaba decidida a descubrirlo.

Esa tarde, después de clases, Noah y Lara se encontraron como de costumbre. Pero en lugar de seguir su ruta habitual a casa, Noah sugirió tomar un desvío hacia un lugar menos concurrido. Lara lo siguió sin hacer preguntas, aunque su curiosidad estaba en su punto más alto. Caminaban por calles estrechas y desiertas, alejándose del bullicio de la ciudad.

Finalmente, llegaron a un parque abandonado, con columpios oxidados y bancos cubiertos de hojas secas. El lugar tenía un aire melancólico, como si estuviera atrapado en el tiempo. Noah se detuvo frente a un grafiti en la pared que decía "Nunca mires atrás". Lara se quedó observando, sin saber qué esperar.

-Este era mi lugar -dijo Noah, rompiendo el silencio mientras señalaba el grafiti-. Solía venir aquí cuando todo se volvía insoportable en casa.

Lara sintió un nudo en la garganta. No había visto este lado de Noah antes, tan vulnerable y sincero. Se acercó lentamente, sus pasos resonando en el silencio del parque.

-¿Por qué me trajiste aquí? -preguntó Lara, tratando de entender.

Noah la miró con una mezcla de tristeza y resignación.

-Porque necesitas saber la verdad, toda la verdad. No puedo seguir protegiéndote de esto si de verdad quieres estar a mi lado.

Lara asintió, sintiendo que finalmente estaba a punto de descubrir lo que Noah había estado ocultando. Noah respiró hondo antes de empezar a hablar.

-Mi familia nunca fue perfecta. Mi padre... él estaba metido en negocios sucios. Drogas, apuestas, cosas ilegales. Crecí rodeado de violencia y miedo. Nunca tuve una infancia normal; siempre estaba en medio de peleas, amenazas y mentiras -confesó, con los ojos fijos en el suelo, como si revivir esos recuerdos le doliera más de lo que quería admitir-. Cuando cumplí 15, me involucré con esos chicos, buscando una salida, pero solo me hundí más. Pensaba que podía ganar dinero rápido y ayudar a mi mamá, pero todo salió mal.

Lara escuchaba atentamente, sintiendo cómo cada palabra de Noah dibujaba una imagen más oscura de su pasado. Ahora entendía por qué él siempre estaba a la defensiva, por qué tenía ese instinto de proteger y a la vez de alejarse.

-Hubo una pelea -continuó Noah, su voz ahora temblando levemente-. Uno de los chicos... me obligaron a pelear con él. Yo no quería, pero si no lo hacía, sabían que me golpearían a mí. Las cosas se salieron de control y él acabó herido de gravedad. Pensaron que lo había hecho a propósito y desde entonces, me quieren fuera. Piensan que los traicioné y no se detendrán hasta que pague.

Lara sintió una mezcla de compasión y miedo. Todo tenía sentido ahora: la distancia de Noah, su actitud protectora y su constante vigilancia. Él no solo estaba protegiéndola de los demás, sino también de sí mismo y del peligro que lo perseguía.

-Noah, tú no eres como ellos -dijo Lara, colocando una mano suavemente sobre su hombro-. Has hecho lo mejor que podías en medio de todo eso. No estás solo en esto.

Noah la miró, y por primera vez, sus ojos brillaron con lágrimas que no dejó caer.

-Tú no entiendes, Lara. No quiero arrastrarte a este caos. No quiero que sufras por mis errores -dijo, con un tono casi suplicante-. Pero no puedo seguir huyendo de esto solo.

Lara sintió un impulso incontrolable de abrazarlo, de mostrarle que no importaba cuán roto se sintiera, ella estaba allí. Noah la dejó hacerlo, permitiéndose un momento de debilidad que había reprimido por tanto tiempo. Se quedó en silencio, con la cabeza apoyada en el hombro de Lara, dejando que el peso de sus secretos se liberara, aunque fuera solo por un instante.

El sonido de unos pasos interrumpió el momento. Lara y Noah se separaron rápidamente y vieron a uno de los chicos del parque, el mismo de la cicatriz en la ceja, acercándose con una expresión fría y calculadora.

-Velásquez, te dije que esto no había terminado -dijo el chico, su voz resonando con amenaza.

Noah se puso de pie de inmediato, interponiéndose entre Lara y el intruso.

-No me hagas esto aquí, Leo. No tienes idea de lo que estás arriesgando -advirtió Noah, su voz firme pero tensa.

Leo se limitó a sonreír con desprecio.

-Es tarde para advertencias, hermano. Nadie escapa tan fácil -replicó, sacando un objeto metálico de su bolsillo.

Lara sintió que el corazón se le paraba. Noah avanzó un paso, preparándose para cualquier cosa, pero en ese momento, se escuchó el sonido de sirenas en la distancia. Leo se tensó, mirando a Noah con odio puro antes de guardarse el objeto y salir corriendo.

-Nos veremos, Velásquez -fue lo último que dijo antes de desaparecer.

Lara y Noah se quedaron solos de nuevo, respirando con dificultad. Las sirenas se acercaban, y Noah sabía que debía sacarla de allí antes de que todo se complicara aún más.

-Vamos, tenemos que irnos -dijo Noah, tomando la mano de Lara y tirando de ella suavemente para alejarse del parque.

Mientras corrían, Lara no pudo evitar mirar hacia atrás, dándose cuenta de que la historia de Noah era mucho más que un simple secreto. Era un mundo lleno de sombras que ambos tendrían que enfrentar, pero lo harían juntos, sin importar las consecuencias.

Entre Sombras Y Promesas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora