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Capítulo 12: here comes a thought - estelle & aj michalka

Yuki estaba cansado. Aunque bueno, sentir que sus huesos estaban a unos movimientos más de quebrarse, era una situación mucho más común de lo que le gustaría admitir.

Mayo siempre ha sido un mes pesado para él. No únicamente por las increíbles carreras que tenía la oportunidad de ver; aunque se había perdido la del GP de Emilia-Romaña, pues su cuerpo ya no había aguantado más, simplemente se desvaneció cuando llegó a su hogar. Sino también por la enorme carga de trabajo laboral y emocional que ese caótico mes le generaba.

A pesar de ya no ser más ese niño de 10 años que esperaba pacientemente a que su madre llegase del trabajo. Aun cuando sabía que lo único que recibiría sería una sola mirada cargada de todo el odio y desprecio que sólo los años generan; Yuki al menos podía contar con eso. Con esa horrible interacción con su madre, pero al menos era algo. Quizás eran las migajas más horribles que le podían dar, pero él las aceptaba con gusto. Después de todo era su progenitora, quién le dio la vida. Lo mínimo que podía hacer era estar agradecido, ¿no?

Pero eso había acabado. La última gota de confianza y esperanza que Yuki le tenía a su madre murió aquel lluvioso día que lo corrió de casa. Con sólo sus escasos ahorros y una mochila, fue él mismo quien se aseguró de ya no permitirse aceptar migajas. Ya no más.

Yuki ya no era aquel frágil infante, pero cada mes de mayo no podía evitar sentirse así.

Había estado tomando toda la semana largos turnos de 12 horas para poder tener el fin de semana disponible. Quería descansar y poder grabar el vídeo para participar en la dinámica de Red Bull que le podría asegurar un lugar en el GP de Montreal. A pesar de no haber tenido muchas esperanzas al respecto, Yuki terminó por contagiarse del entusiasmo de ambos McLaren respecto a su participación en la dinámica. 'No pierdo mucho al intentarlo', quizás no ganaría, pero el japonés estaba seguro que daría todo de sí para demostrar cuán importantes eran Max y Checo para él.

'Por ellos estoy haciendo lo que hago, por ellos me esfuerzo', con una sonrisa falsa en el rostro, Yuki tuvo que soportar ver a madres e hijos compartir una buena cena todos los días de mayo. 'Sé que es el mes de la madre, pero, ¿por qué todos ellos pueden tener tan fácil lo que yo siempre mendigue?' El japonés estaba seguro que no era celoso, mucho menos egoísta, pero no pudo evitar sentir que su corazón se quebraba con cada momento familiar compartido del cual sólo era capaz de observar desde fuera.

'¿Por qué yo no? ¿Acaso hice algo mal?' Ya no era aquel niño de diez años que esperaba a su madre y le sonreía sin esperar nada. No, era un adulto joven de veintiún años que llegaba a un departamento vacío, sin nadie quien lo recibiera o le mostrase una pequeña sonrisa.

"¡Bienvenido a la cafetería First Love!" Estaba seguro que sus mejillas dolerían al final del día por el sobreesfuerzo que estaba haciendo para sonreír. No sabía que tan bien se veía, pero estaba dando lo mejor de sí. Eso debería de contar, ¿no? 'Al menos yo sí me esfuerzo, no como mis papás.'

Su madre jamás lo amo. Nunca lo quiso. Yuki siempre creyó que, quizás, y sólo quizás, sí se esforzaba lo suficiente, ella llegaría a amarlo tanto como él a ella. Pero eso jamás pasó. El odio mal disimulado de su madre hacia él fue haciéndose más obvio conforme crecía. Llegando a tales magnitudes en donde ni siquiera se esforzaba por disimular lo mucho que deseaba que el japonés jamás hubiese nacido. 'Quizás el mejor regalo del día de la madre que le podría dar es que ya no existiera.'

Su padre era una historia completamente distinta. Jamás tuvo la oportunidad de demostrarle su disgusto como su madre lo hizo, pero no fue necesario. Su sola falta de presencia era más que suficiente para que Yuki entendiese que él tampoco disfrutaba de su existencia.