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Capítulo 21 Traeles el infierno. ~~~~~~~~~~~~~~~~~•~~~~~~~~~~~~~~~~
'Yo soy el que tiene el corazón roto
y tú eres el que
tiene rota el
alma'
Jordanna se frotó los ojos mientras se dirigía al estudio de Klaus. Cinco días de pura mierda, estaba cansada y tenía una sensación. Una sensación que sabía que era mala, ¿sabes? Era una sensación que no puedes describir pero que puedes sentir. Era como un hoyo en el fondo de su estómago, un pozo sin fondo que la hacía sentir mal del estómago solo de pensarlo.
A lo largo de esos cinco días, había intentado alejarlo. Había intentado ignorar esa sensación persistente, había intentado empujarla a un rincón de su cabeza, pero se quedó, atormentándola. Cinco días pasó en Mystic Falls.
Cinco días consolando a Caroline, sentada con Liz en la casa de los Forbes, mirando lentamente la luz, esa luz brillante, resplandeciente, abandonar los ojos de Liz Forbes.
Por más que hubiera querido quedarse más tiempo, no pudo. Se quedó con Caroline después de que todos se fueran de la iglesia; la pareja se sentó junto al ataúd en absoluto silencio. Luego, las dos dieron un paseo por la plaza del pueblo y, cuando finalmente dejó a la vampiro Forbes en casa, Caroline apagó su humanidad
Pero no se enteró de eso hasta esa mañana, en el momento en que salió de la casa de Caroline y emprendió el viaje de regreso a Nueva Orleans. Tuvo que regresar debido a esa sensación.
Además, tenía un plan para devolverle la humanidad a Caroline. Después de que naciera el bebé, aparecería en la puerta de su dormitorio universitario y lo pondría en brazos.
Genio.
Trabajo hecho, problema resuelto.
Quiero decir, no era exactamente el plan más pensado que había, pero ¿qué podía hacer? Su madre había muerto; si apagarlo era la forma en que iba a lidiar con eso, que lo hiciera. Obviamente, no la iba a dejar así para siempre, pero solo quería darle tiempo.
Puede que haya sido una estupidez, puede que no... Supongo que ya lo veremos.
Cuando la bruja entró en el estudio de Klaus, encontró a Genevieve y a Klaus. El Mikaelson caminaban impacientemente de un lado a otro por lahabitación. La bruja pelirroja estaba sentada junto a la mesa grande mientras inspeccionaba una página del grimorio de Esther.
Jordanna rió internamente, si Genevieve supiera de las muchas cosas que habían pasado en esa mesa dudaba que quisiera sentarse allí más.
La mirada de Genevieve no se desvió al sentir la presencia de la bruja. Jordanna entró en la habitación; los ojos de la pelirroja permanecieron clavados únicamente en el grimorio.
