𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏

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El sol embocaba la habitación , a una persona sentada tomando un té como todos los ingleses , sosteniendo un periódico un titular llamo su atención , con una mano en el corazón recito eres tu

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El sol embocaba la habitación , a una persona sentada tomando un té como todos los ingleses , sosteniendo un periódico un titular llamo su atención , con una mano en el corazón recito eres tu.

»»----𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒂𝒕𝒓𝒂𝒔 1882----««

»»----𝑻𝒊𝒆𝒎𝒑𝒐 𝒂𝒕𝒓𝒂𝒔 1882----««

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Necesidades todos las padecemos ; incluso los prestigiosos las requieren. Amelia había quedado devastada por la desaparición de su madre. Recurrir a la policía no le había sido de ayuda; necesitaba a alguien con intelecto y astucia. Ese alguien era Sherlock Holmes.

BACKSTREET, Amelia se encontraba atravesando las oscuras y frías calles de Londres. El invierno era implacable; el viento cortante se sumaba al rigor de la estación. Con sus escasos ahorros y una determinación férrea, se dirigió al 221B Baker Street, buscando al detective con la esperanza de resolver el misterio de su madre desaparecida.

El miedo se escondía detrás de su valentía. Con cuidado para no ser descubierta, Amelia tocó la puerta. Nadie respondió. Volvió a tocar, esta vez con más insistencia. Finalmente, Sherlock Holmes abrió la puerta, observando a la joven con una expresión de sorpresa. No parecía ser de la zona; más bien, parecía una forastera.

-¿En qué puedo ayudarte? -preguntó Sherlock con tono serio.

-¿Usted es el detective Holmes? Necesito su ayuda -dijo Amelia, con desesperación en su voz.

-¿Mi ayuda para qué? -preguntó Sherlock, intrigado. Si iba a ser molestado a las 10 de la noche, al menos debía haber un motivo convincente.

-Seré breve. Mi madre ha desaparecido hace unos días y no he sabido nada de ella. Sus pertenencias siguen intactas, pero ella se fue sin dejar rastro. No sé a dónde más recurrir -habló Amelia rápidamente.

-Mira, jovencita, no soy policía. Llévale el caso a ellos -dijo Sherlock, manteniendo su seriedad.

-Pero señor, he escuchado que usted resuelve casos sin importar nada. ¿No es cierto? -preguntó Amelia, arqueando una ceja.

-Lo soy, pero tu madre pudo haber desaparecido por varias razones. Tal vez se fue con un nuevo marido o está buscando un nuevo trabajo -respondió Sherlock con frialdad.

-Por favor, se lo suplico, ayúdeme. Necesito su ayuda, señor. Le pagaré con lo que tengo -ofreció Amelia, arrodillándose y extendiendo sus ahorros.

Sherlock la miró con indiferencia y dijo:

-Levántate. Tu madre no querría verte así.

-Entonces, ¿me ayudará? -dijo Amelia con esperanza en sus ojos.

-No lo haré. Seguro que tu madre volverá pronto. Solo dale unos días -contestó Sherlock, a punto de cerrar la puerta.

-Pero señor Holmes, por favor -insistió la joven antes de que el detective pudiera cerrar la puerta completamente.

Amelia quedó con el corazón roto. Sus ahorros no le valieron de nada y el dolor de la desaparición de su madre la consumía. Su abuela, una institutriz estricta, tampoco parecía preocuparse mucho.

Desilusionada, Amelia  paso por un callejón, pues era el único camino disponible. Caminaba con paso lento y cauteloso, pero no se percató de que dos hombres la seguían.

Al darse cuenta de los hombres, Amelia comenzó a correr, pero fue atrapada rápidamente. La sujetaron por las piernas y le taparon la boca para que no gritara. Amelia luchaba con todas sus fuerzas, pero era inútil. Los hombres la mantenían inmovilizada.

Uno de ellos la soltó momentáneamente para vigilar que no hubiera testigos. Amelia aprovechó la oportunidad, mordió la mano del agresor, y logró escapar. Corrió desesperada hasta encontrarse con un salón de té, donde tocó la puerta con urgencia.

-¡Por favor, ayúdeme! -imploró Amelia cuando salió una mujer.

La mujer, Edith, la metió al salón y le ofreció una manta y una taza de té. Amelia, temblando de miedo, aceptó con gratitud.

-Dime, ¿qué ocurrió? -preguntó Edith, preocupada.

-Me dirigía a la parada de autobús y tuve que pasar por un callejón. Me encontré con esos hombres. Estaba asustada. Cuando uno de ellos me sujetó, mordí su mano y pude escapar hasta aquí -explicó Amelia, aún conmovida.

-Lo importante es que estás a salvo. Lo que pasaste fue horrible, pero debes aprender a defenderte. No siempre estarás acompañada o tendrás lugares a los que recurrir -dijo Edith, con determinación.

-No quiero hacerlo solo así. A cambio, quiero trabajo, aunque sea como mesera. Necesito estar lejos de mi hogar -respondió Amelia, con un tono de desesperación.

-¿Y tu familia? ¿No tienes a nadie? -preguntó Edith.

-Mi madre desapareció, mi padre murió, mi hermana está en el extranjero y mi abuela, bueno, es institutriz de mujercitas -explicó Amelia, ya más calmada.

-Entonces, ¿qué piensas hacer? Aún es de noche, hay peligros por aquí -dijo Edith.

-No sé, estoy confundida. Si salgo, podría enfrentarme a ellos, pero tampoco puedo quedarme aquí -admitió Amelia.

-Ven, te mostraré algunos movimientos básicos para que puedas defenderte y enfrentar cualquier peligro -dijo Edith, llevándola al área de entrenamiento.

Amelia quedó sorprendida al ver que las mujeres podían practicar defensa. Aprendió técnicas básicas para mantener la postura, tener reflejos y mantenerse alerta. A pesar de estar exhausta y adolorida, se sintió fascinada.

-¿Alguna vez has tenido una pelea? -preguntó Edith.

-No, nunca. Mi abuela dice que una mujer debe ser como una flor, mostrando sus pétalos sin ser tosca -respondió Amelia.

-Tu abuela es muy anticuada -dijo Edith, con una sonrisa.

Amelia aceptó la oferta de Edith y se preparó para comenzar su entrenamiento. Después de la lección, Edith le ofreció ropa cómoda y una habitación para descansar.

Mientras tanto, en Baker Street, Sherlock tocaba su violín, pero la melodía desafinaba. Su mente volvía a los recuerdos de la joven. El titular de un periódico sobre una posible serie de desapariciones llamó su atención:

"DE NUEVO, OTRA VÍCTIMA DESAPARECIDA. ¿UN ASESINO SERIAL SUELTO?"

Sherlock revisó su mapa y se preguntó si la madre de Amelia podría ser víctima de este posible asesino serial. Decidió que debía investigar más.

𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐋𝐈𝐍𝐄𝐒 || 𝐒𝐇𝐄𝐑𝐋𝐎𝐂𝐊 𝐇𝐎𝐋𝐌𝐄𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora