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Jamás pensaron que mudarse a un nuevo vecindario sería tan agotador, ya habían más de cinco postres que estaban en la nevera, con ello habían más de cinco familias preguntando sus edades

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Jamás pensaron que mudarse a un nuevo vecindario sería tan agotador, ya habían más de cinco postres que estaban en la nevera, con ello habían más de cinco familias preguntando sus edades. Preferían quedarse con la incomodidad ellos que ver como trataban con lástima a los niños solo por la vida de sus verdaderos padres.

Habían tenido que volver a pedir comida a domicilio, la casa estaba hecha un desastre y no se habían percatado que la nevera estaba vacía sino hasta escuchar las quejas de Aegon.

Se habían sentido mal, luego de percatarse de ello, se suponía que debían de hacerlo mejor. Dejando el aseo de la casa a un lado, todos subieron al clase v y partieron al supermercado más cercano.

Daemon con el canguro de bebé y arrastrando el carrito, Aemond dentro del carrito jugando con su Dragón de peluche, Helaena cargando su jaula de lagartija, Aegon preguntando si podían llevar cada cosa que utilizaban y Gwayne intentando recordar todo lo que debían de llevar a casa.

– Por favor. – suplicaba el niño mientras agitaba los cereales frente a los dos adultos.

– Ay está bien, mételo al carrito. – respondió Daemon a la insistencia del niño lo cual solo hizo que se ganará otra mala mirada de Gwayne.

– El carrito está más lleno de cosas de él, que de cosas para la casa. – se quejó Gwayne viendo el carrito lleno. – Sabes qué, voy por otro. – el omega se marchó con Helaena de la mano en busca de otro carrito.

Desafortunadamente a Daeron le pareció buena idea despertar a los llantos, Daemon se ganó varias miradas desagradables de alguna que otra persona, mecía su cuerpo de un lado a otro dándole pequeños golpes al niño, intentando a su vez mantener a la vista a Aegon quien se encontraba eligiendo los cepillos de dientes de él y sus hermanos.

– ¿Qué pasó? – Daemon jamás se había sentido tan feliz de escuchar la voz de Gwayne.

– No lo sé, solo empezó a llorar, su pañal está limpio, no quiere de su leche y tampoco es que tenga sueño. – el omega metió la jaula del lagarto en el carrito y estiró sus brazos para tomar al bebé.

El llanto del bebé cesó luego de que el omega lo envolviera con su olor y con ello tranquilizando también al alfa mayor, el cual se encontraba desesperado por lo que estaba pasando.

– Mira, ya los elegí. – dijo el niño metiendo los cepillos de dientes, la crema y el enjuague bucal en el nuevo carrito de compras.

– Bien hecho Aegon. – felicito el alfa al niño, feliz de ver cómo este sonreía orgulloso de su acción.

– Chichi. – habló Aemond.

– ¿Qué? – preguntó Daemon rectificandosi había escuchado bien.

– Chichi. – respondió de nuevo el omega llevándose su mano a su entrepierna.

Aemond soltó un pequeño grito divertido al sentir como era sacado y cargado por su tío Daemon, se abrazó al gran cuerpo que corría en busca de los baños.

Ágape - Dayne -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora