| 𝟎𝟏 | 𝖤𝗅 𝗇𝗎𝖾𝗏𝗈

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Narrador Omnisciente

𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟏

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𝐂𝐀𝐏𝐈́𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟏

EL SUEÑO LA ENVOLVÍA como un refugio, uno del que no quería salir, pero el insistente sonido en la puerta la arrastró a la realidad.

—¿Mande? —gritó, sin moverse aún de la cama, con la voz rasposa y un tono de molestia

—Alfred ya te está esperando —respondió su madre al otro lado, tan fría como siempre.

Suspiró con fuerza, sentándose de golpe en la cama mientras una maldición se escapaba de sus labios.

Se pasó la mano por el rostro, despeinada, y pensó en lo absurdo que era. Podía arreglarse en diez minutos y verse exactamente igual que si tuviera dos horas. Su rutina era eficiente, casi como si el tiempo no importara; solo la imagen que proyectaba.

Bajó los pies al suelo frío, observando su habitación impoluta, todo perfectamente organizado, como le gustaba a su madre. Nada fuera de lugar, excepto su vida.

Mientras se arreglaba, podía escuchar el tic-tac de su reloj en la pared, cada segundo más insoportable que el anterior.

Siempre la misma rutina. La última vez que su madre la había despertado con una pizca de afecto debía haber sido... ni siquiera lo recordaba.

Cuando terminó, miró una vez más su reflejo. No había diferencia. Diez minutos o dos horas, siempre quedaba igual: perfecta, pulida, pero vacía. Suspiró y recogió su mochila, sabiendo que el día no traería nada nuevo. Las mismas caras, las mismas preguntas sin interés real, y, por supuesto, los mismos secretos.

Bajó las escaleras con calma, sabiendo que Alfred no iba a impacientarse. Él era uno de los pocos en su vida que no le exigía nada más que su presencia.

Al abrir la puerta principal, el aire fresco de la mañana la recibió como una bofetada. Alfred ya estaba junto al coche, como siempre, con su impecable uniforme de chofer y esa mirada neutral que nunca la juzgaba, pero tampoco la consolaba.

—Buen día, señorita —dijo, abriéndole la puerta trasera.

—Buen día, Alfred —respondió ella, sin emoción alguna, entrando en el coche con un suspiro ahogado.

Se acomodó en el asiento, mirando por la ventana mientras las calles comenzaban a moverse lentamente. El mundo exterior parecía tan tranquilo, tan ajeno a su realidad, que por un momento deseó poder perderse en él, escapar de todo.

Pero no había escapatoria.

Al llegar al pasillo, escuchó el eco lejano de las voces de sus compañeros dentro del salón. Sabía que ya había comenzado la clase. Apresuró el paso, maldiciendo internamente. Aunque no era que le importara demasiado.

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐌𝐀𝐒𝐊𝐒 || 𝖱𝖺𝗎́𝗅 𝖽𝖾 𝖫𝖾𝗈́𝗇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora