| 𝟎𝟖 | 𝖨𝗇𝗍𝖾𝗇𝗍𝖺𝗋 𝗋𝖾𝖼𝗈𝗋𝖽𝖺𝗋

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Allison M.

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟖

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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟖

ENTRÉ AL SALÓN DE CLASES con la cabeza palpitándome como si alguien estuviera tocando tambores dentro de ella. Mientras caminaba hacia mi asiento, vi a Isabella sentada. Me acerqué y me senté a su lado, haciendo que ella levantara la vista.

—No fuiste —dije, más como una afirmación que como una pregunta.

—No me dieron ganas —respondió sin mucho entusiasmo, volviendo la mirada al frente, pensativa—. A lo mejor voy a la NONA.

—Si deberías.

—Sí, pero dime, ¿qué tal estuvo?

Antes de que pudiera responder, la voz de Susana interrumpió el momento. Apenas la escuché entrar, mi piel se tensó. A Susana nunca la aguantaba, y hoy, con el dolor de cabeza que traía, mucho menos.

—Hoy vamos a ver un poco sobre arte contemporáneo mexicano —anunció, paseando por el salón como si fuera dueña del espacio—. La pintura que están viendo ahí es de Fermín Díaz.

Observe la obra, pero mi mente estaba lejos de prestarle atención. Estaba más enfocada en recordar los detalles de la noche anterior

—Pero chicos, les quiero pedir que, por favor, apaguen sus celulares. No quiero que, como siempre, estén sonando en clase.

En ese momento, un sonido de notificación resonó desde el celular de Pablo. Todos volteamos hacia él.

—¿Es en serio? —se quejó Susana, con una evidente frustración en la voz. Pero justo después, otro mensaje llegó al celular de Natalia, luego al de Javier, y así sucesivamente. El salón comenzó a llenarse de esos tonos de alerta, uno tras otro, hasta que sentí cómo el mío también vibraba en mi bolsillo.

—Los tuyos también

—¡Oigan esto no es un juego! Les acabo de decir que la regla es que apaguen los celulares en clase—decía

No pude más. Entre el estrés de la situación y mi dolor de cabeza, exploté.

—¿Por qué no, en vez de estarnos regañando, mejor ve qué está pasando, no? —solté, con una mezcla de enojo y sarcasmo en la voz.

Susana me fulminó con la mirada, pero en lugar de decir algo, se dirigió a su escritorio, ignorándome.

Mientras los murmullos aumentaban, algunos alumnos comenzaron a levantarse.

—Qué bueno, por culeros. Para que vean lo que se siente.

Mi corazón se aceleró. La idea de que los secretos de mi familia pudieran salir a la luz.

Y ya sabia que en cualquier momento podía pasar pero recibir ese mensaje, me lo confirmo mucho más

Mientras me lavaba las manos en el lavabo del baño, escuché un sollozo, que venía de uno de los cubículos. Al principio, no le di mucha importancia, pero luego lo escuché de nuevo,

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 𝐌𝐀𝐒𝐊𝐒 || 𝖱𝖺𝗎́𝗅 𝖽𝖾 𝖫𝖾𝗈́𝗇 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora