"ElNiñoqueVivió" junto a Ex-Mortífago

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El Gran Salón del Ministerio de Magia estaba lleno de gente, todos hablando y riendo, pero Harry sólo tenía ojos para una persona: Draco Malfoy.

Habían pasado tres años desde la Guerra, y Harry aún no sabía cómo procesar sus sentimientos hacia su antiguo rival.

El juicio de Draco Malfoy había sido un momento decisivo para Harry. Ver a su antiguo rival, que siempre había sido el epítome de la arrogancia y la prepotencia, intentar no romper en llanto mientras relataba los horrores que había sufrido en la Mansión Malfoy durante la estadía de Voldemort, había sido un golpe duro para Harry.

Draco había hablado de las amenazas constantes, de las torturas y los abusos que había sufrido a manos de los Mortífagos, de la presión para cumplir con las expectativas de su padre y de la supremacía de sangre que habían apoyado. Harry había visto, por primera vez, al chico detrás de la máscara de superioridad, al chico que había sido obligado a madurar demasiado pronto, que había visto la realidad del lado oscuro y que había sido forzado a participar en él.

Eso había cambiado la forma en que Harry veía a Draco. Ya no era solo el niño prepotente y presumido que siempre había sido, sino un chico que había sufrido, que había sido obligado a crecer en un entorno de miedo y violencia. Harry se dio cuenta de que, al igual que él, Draco había sido solo un niño atrapado en una guerra que no había empezado, y que había sido forzado a tomar decisiones que no habría tomado de otra manera.

Ahora, al ver a Draco en el evento de los nuevos reclutas del Ministerio, Harry se sentía incómodo. No sabía cómo actuar, cómo hablarle. Quería decirle algo, cualquier cosa, para mostrarle que entendía, que sabía que no era el mismo chico que había sido antes. Pero las palabras no salían. Solo podía mirarlo, y esperar que, de alguna manera, Draco supiera que Harry lo veía de manera diferente ahora.

Suspiro pesadamente, 'Esto es ridículo' se dijo a sí mismo, armándose de la valentía de la que se jactan los Gryffindor, resolvió dirigirse al rubio.

Con cada paso que daba, Harry notaba detalles que antes le habían pasado desapercibidos. Draco, que estaba de pie en una esquina, sosteniendo un vaso de Whisky de Fuego, parecía un espectro de su antiguo yo. Su rostro, antes tan lleno de arrogancia y confianza, ahora estaba pálido y demacrado, con ojeras profundas que delataban noches sin dormir. Sus ojos, aquellos ojos que siempre habían brillado con una luz de superioridad, ahora parecían apagados, como si la llama que los había animado se hubiera extinguido.

Harry se detuvo a unos pasos de distancia, sin saber qué decir o hacer. Observó cómo la gente evitaba a Draco, cómo lo miraban con desprecio y susurraban entre ellos. Antes, había notado que en toda la noche Draco sólo había interactuado con Blaise, pero no había reparado en la forma en que los demás lo trataban. Ahora, sin embargo, era como si hubiera descubierto un mundo nuevo, un mundo en el que Draco Malfoy no era diferente a una plaga.

La atmósfera en la sala parecía cambiar, como si la presencia de Draco fuera un recordatorio de la guerra, de la oscuridad que había amenazado con consumirlos a todos. Harry sintió una punzada de culpa, ¿cómo no lo había notado antes?

Aún así ¿Qué cambiaría si lo hubiese hecho?

Nada.

Exacto, nada.

Porque estaba comportándose como un cobarde que no puede ni siquiera mirarlo a la cara.

Se quedó de pie inmóvil sin saber qué hacer. Quería volver a los tiempos del colegio, cuando todo era más simple. Cuando solo se "odiaban" porque eran de casas diferentes o por la estúpida arrogancia del rubio.

Entonces, Draco levantó la vista de su vaso y lo miró, por un momento, sus ojos se encontraron. Harry vio algo en ellos que no había visto antes: una mezcla de tristeza, arrepentimiento y... ¿esperanza?

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