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Chiara se encontraba sentada en el despacho de su padre cruzada de brazos recibiendo la bronca que sabía que tarde o temprano llegaría. Le extrañaba que no la hubiera llamado el día anterior pero aquí estaba, sentada en la silla esperando la reprimenda.

-Quita esa cara de malas pulgas. -la riñó su padre paseándose delante de la gran cristalera que tenía detrás del escritorio, desde la cual se podía ver todo Madrid prácticamente. -Te dije expresamente que no fueras al local y ni caso me hiciste. -Chiara supo ver que su padre estaba realmente enfadado. -Estaba el maldito Marcos Delgado allí y tu decidiste que era buena idea pasearse por allí como si fueras la dueña del mundo. 

-Ruslana también fue -gruñó Chiara.

-Me importa una mierda lo que hiciese o dejase de hacer Ruslana, mi hija eres tú. -dijo para después dar un golpe sobre la mesa. -Si Marcos te hubiera hecho algo, ¿qué?

-Pero no me hizo nada. -dijo la inglesa obvia.

-Pero podría haberlo hecho. -gruñó. -Déjame que solucione las cosas yo que bastante haces tú ya. -El hombre suspiró volviéndose a sentar sobre la silla de su escritorio. -Yo sé que intentas hacer lo mejor siempre pero si yo te doy una orden es por algo.

-Estaban tus dos hijos de por medio esa noche. -confesó Chiara echándose hacia delante y colocando ambas manos sobre el escritorio de su padre. -Lucas me mandó una foto de tus hijos hablando con los granadinos, quizás Jasmine y Alex no sabían quienes eran pero estoy segura de que los granadinos si sabían a quien se acercaban.

-Chiara...

-Así que fui, ya que alguien tenía que conseguir que tu hija y tu hijo no acabaran metidos de mierda hasta las orejas. -se quejó levantándose de la silla.

-Han tenido que volver a darte puntos en el brazo, Chiara, quien va a acabar llena de mierda vas a ser tú.

-Pero Alex, Connor y Jasmine están fuera de esto que es lo importante. -dijo Chiara. -¿Me puedo ir ya?

-No. -dijo su padre cogiendo el auricular del teléfono para después pulsar un botón. -Violeta, ven a mi despacho, por favor. -El hombre colgó y Chiara puso los ojos en blanco con la mera mención del nombre de la pelirroja. -¿También tienes problemas con mi secretaria, o qué? -Chiara se mantuvo callada y se paso una mano por la barbilla suspirando. «Unos cuantos, papá, unos cuantos» pensó.

Se escucharon unos débiles golpes en la puerta principal para después abrirse y dejar entrar a la pelirroja. Chiara luchó contra sus instintos de girarse y mirarla pero el aroma avainillado que solía acompañar a la chica se impuso en la habitación como el recuerdo constante de la presencia de Violeta.

-¿Qué necesita, señor? -dijo la pelirroja una vez que llegó a la altura donde se encontraba Chiara y ella falló. Chiara giró su cabeza para mirar a la chica centrando su atención en el perfil de su rostro. La pelirroja se mantuvo firme y no giró su cabeza hacia Chiara a pesar de lo asfixiante que resultaba su presencia. 

-Necesito que consigas billetes de avión para el viernes a Menorca y uno de vuelta para el lunes. -dijo Josep mirando su agenda. -Y necesito una reserva para 25 personas en S'aturdeta Jardins en Mahón, por favor. -Violeta asentía mientras apuntaba todo en su pequeña libreta. -La reserva el sábado, a ser posible a las 2 de la tarde.

-Enseguida, señor, ¿consigo el billete también para la señorita Oliver? -Ante la mención de su persona, Chiara volvió a mirar el perfil de Violeta ya que se había entretenido investigando el resto del cuerpo de la chica, escondido en un pantalón blanco de pinza y en un pequeño jersey beige sin mangas.

-No, Chiara se queda aquí. -anunció su padre y Chiara lo miró frunciendo el ceño. -Ah, Violeta, tomate el viernes y el lunes libre, ya que no estaré aquí no será necesario que estes en la empresa, pero ten el móvil a mano por si te necesito.

La Niña | KiviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora