༺ La danza del Agua y el Dragón.

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El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas cuando [T/N] y Tanjiro entraron al pueblo abandonado, el silencio impregnando el aire

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El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas cuando [T/N] y Tanjiro entraron al pueblo abandonado, el silencio impregnando el aire. Los restos de un lugar que una vez estuvo lleno de vida se habían convertido en un refugio para los demonios. Mientras caminaban por las calles desiertas, el ambiente se sentía pesado, cargado de una malicia casi palpable.

—Este lugar... algo está mal —murmuró Tanjiro, su mano apretando la empuñadura de su katana. Sus sentidos estaban agudos, tratando de detectar cualquier amenaza.

—Lo sé. Hay algo aquí que no es normal —respondió [T/N], su expresión tensa mientras caminaba junto a Tanjiro.

Sabían que estaban tras un grupo de demonios especialmente fuertes, y la presión del momento comenzaba a pesar sobre ellos. Los dos avanzaban con cautela, conscientes de que el peligro podía aparecer en cualquier momento.

De repente, una sombra se deslizó frente a ellos. El primer ataque fue rápido y mortal; un demonio pequeño, ágil como una serpiente, se abalanzó desde un rincón oscuro. Tanjiro reaccionó de inmediato, su katana cortando el aire con velocidad. —¡Hinokami Kagura! —gritó, desmembrando al demonio antes de que pudiera atacarlos.

Pero no hubo tiempo para celebrar, pues una docena más de demonios emergieron de las sombras, rodeándolos con sonrisas sádicas.

—¡Respiración del Dragón, Primera Forma: Rugido del Dragón Celestial! —gritó [T/N], desatando un poderoso ataque que invocó un dragón etéreo de energía. La criatura voló desde su espada, barriendo con los demonios en un haz de luz que redujo a varios a cenizas.

—¡Sigue luchando! —exclamó [T/N] mientras Tanjiro defendía su flanco.

La lucha fue feroz, pero pronto quedó claro que estaban siendo acorralados. Los demonios eran más astutos y organizados de lo que habían anticipado. Con cada demonio que eliminaban, más aparecían, y parecían estar moviéndose con un propósito.

Entonces, una figura colosal emergió de las sombras. El líder de los demonios, una criatura de aspecto bestial con piel oscura y escamas, los miraba con una sonrisa cruel. Sus ojos brillaban con una malicia que helaba la sangre.

—Tanjiro, es el líder... —advirtió [T/N], su cuerpo tenso mientras mantenía su espada lista.

—Lo sé... pero es demasiado fuerte —dijo Tanjiro, jadeando. Estaba agotado por la batalla.

El demonio rugió, lanzándose hacia ellos con una velocidad devastadora. [T/N] intentó defenderse, pero el impacto fue demasiado. El demonio la lanzó por los aires, su espada salió volando de su mano, y aterrizó lejos, incrustada en el suelo entre los escombros.

Desarmada y herida, [T/N] quedó contra la pared, incapaz de moverse mientras el demonio se acercaba con sus garras listas para desgarrarla. Su corazón latía con fuerza, pero sabía que no tenía ninguna oportunidad sin su espada.

Tanjiro, herido y tambaleándose, trató de levantarse para ayudar, pero estaba demasiado exhausto. —¡[T/N]! —gritó desesperado, sus ojos llenos de horror al ver cómo el demonio levantaba su garra.

Justo en el último segundo, cuando el demonio estaba a punto de dar el golpe mortal, una corriente de agua envolvió al monstruo, deteniéndolo en seco.

—¡Respiración del Agua: Décima Forma, Dragón Acuático! —Una voz resonó en el campo de batalla con una calma helada y poderosa.

Giyu Tomioka apareció entre las sombras, su postura firme y su katana brillando con la técnica acuática que había invocado. Un dragón de agua masivo y serpenteante emergió de su espada, envolviendo al demonio en una prisión de agua que lo arrastraba con una fuerza imparable.

El dragón acuático giraba alrededor del demonio, levantándolo en el aire antes de aplastarlo contra el suelo con una fuerza brutal. El agua salpicaba en todas direcciones mientras Giyu avanzaba, su mirada fija en su enemigo. No mostró piedad.

—¡Respiración del Agua: Segunda Forma, Rueda de Agua! —continuó, desatando un giro veloz que lanzó una ráfaga de agua en forma de un círculo letal. El cuerpo del demonio fue cortado por la mitad, su grito se desvaneció en el aire mientras caía al suelo, desintegrándose en cenizas.

El ataque de Giyu no había sido solo un salvamento, había sido una ejecución perfecta. Cada movimiento era calculado, cada técnica era precisa. Su control sobre la Respiración del Agua era absoluto, y había terminado la batalla en un abrir y cerrar de ojos.

[T/N], aún jadeando por la adrenalina, observó con asombro a Giyu mientras este guardaba su espada con tranquilidad, como si lo que acabara de hacer no fuera nada extraordinario. Pero para ella, lo había sido todo. Sin su intervención, no estaría viva en ese momento.

Giyu caminó hacia ella, su rostro tan sereno como siempre, pero con una preocupación sutil en sus ojos.

—¿Estás bien? —preguntó con su voz calmada, pero firme.

—Sí... gracias a ti —respondió ella, tratando de calmar su respiración mientras se ponía de pie. A pesar del dolor en su cuerpo, no podía dejar de sentir alivio por su llegada o de admirar la destreza con la que había manejado la situación.

Tanjiro, herido pero consciente, se acercó, agradecido y aliviado. —¡Giyu, llegaste justo a tiempo! Gracias... nos salvaste.

—Debes ser más cuidadoso, Tanjiro —respondió Giyu, sin dejar de mirar a [T/N]. Sus palabras, aunque dirigidas a ambos, parecían tener un significado más profundo cuando sus ojos se cruzaron con los de ella. Era como si, en ese instante, la calma habitual de Giyu hubiera dado paso a algo más personal, más protector.

—No fue tan malo... hasta que fui desarmada —[T/N] intentó bromear, aunque sabía que había estado al borde de la derrota. No se había sentido tan vulnerable en mucho tiempo, y la presencia de Giyu había sido un alivio indescriptible.

Giyu no dijo nada, pero en su silencio había una promesa implícita: siempre estaría allí para protegerla.

❀ ❀ ❀ ❀

Mientras el grupo regresaba al cuartel, el peso de la batalla comenzaba a desvanecerse. Aunque el cuerpo de [T/N] aún dolía por el combate, sentía una extraña sensación de seguridad caminando junto a Giyu.

Tanjiro, animado a pesar de sus heridas, habló con entusiasmo: —Giyu, eres increíble. Esa técnica... fue impresionante.

—Hice lo que debía hacer —respondió Giyu con su habitual seriedad, aunque [T/N] pudo ver una pequeña sonrisa en la comisura de sus labios.

A medida que avanzaban, el silencio entre [T/N] y Giyu se hizo más palpable, pero no incómodo. Era un silencio cargado de emociones no dichas, una comprensión tácita entre ellos. Aunque no necesitaban palabras, [T/N] sabía que aquel día, algo había cambiado. Giyu no solo la había salvado físicamente, sino que había dejado una huella más profunda en su corazón.

Una conexión que, aunque no expresada en voz alta, se había vuelto innegable.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ; 𝐓𝐎𝐌𝐈𝐎𝐊𝐀 𝐆𝐈𝐘𝐔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora