¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Era un día cálido en el campo de entrenamiento de los Pilares. Sanemi Shinazugawa y Giyu Tomioka estaban en medio de una feroz sesión de entrenamiento, donde el sonido de sus katanas de madera resonaba en el aire. Giyu se mantenía sereno, aunque se notaba que no estaba usando toda su fuerza, lo que comenzaba a frustrar a Sanemi.
— ¡Tienes que dejar de contenerte, Giyu! —exclamó Sanemi, lanzando un golpe más intenso—. ¿Quieres que me tome esto en serio o no?
Giyu, con su mirada habitual de calma, simplemente asintió. Pero la falta de desafío de su compañero lo estaba llevando al límite. En ese momento, la figura de [T/N] apareció al final del campo, sosteniendo un par de recipientes de comida.
—¡Hola, chicos! Traje un almuerzo que preparé —anunció [T/N], iluminando el lugar con su presencia.
Sanemi, al notar la llegada de [T/N], vio una oportunidad para desquitarse de su frustración. Sin pensar en las consecuencias, se volvió hacia ella con una sonrisa desafiante.
— ¿Por qué no te unes a nosotros para una pelea? ¡Seguro que puedes manejarlo! —dijo Sanemi, acercándose a ella con un aire provocativo.
Giyu levantó una ceja, tratando de advertir a Sanemi con una mirada, pero antes de que pudiera hablar, el ataque de Sanemi se desató. Sin previo aviso, se lanzó hacia [T/N], su katana de madera lista para el combate.
— ¡Sanemi, no! —gritó [T/N], dándose cuenta de la intención de su amigo, pero ya era demasiado tarde.
Giyu se movió como un rayo, interponiéndose entre Sanemi y [T/N]. Su katana de madera chocó contra la de Sanemi, deteniendo el ataque con una firmeza inusitada. Por primera vez, una chispa de furia surcó su rostro, desencajando su gesto facial habitual, dando una expresión que Sanemi no había visto nunca antes.
— ¿Por qué atacas a [T/N]? —susurró Giyu, con su voz dura y cargada de tensión y furia contenida—. No puedes ponerla en peligro así.
El tono de Giyu sorprendió a Sanemi, despertando en él una mezcla de emoción y desafío.
— Solo estaba probando sus reflejos. No hay necesidad de que te pongas así —replicó Sanemi, tratando de mantener la compostura.
— No me importa si eres un Pilar, no tienes derecho a desafiarla —dijo Giyu, sus ojos fijos en Sanemi con una intensidad que nunca había mostrado.
Sanemi, sintiendo la rabia brotar de su interior, respondió con una sonrisa desafiante.
— ¿Entonces quieres pelear? ¡Vamos, Giyu! Muéstrame de qué estás hecho —desafió, dejando de lado cualquier preocupación por las consecuencias.
Giyu, al escuchar eso, dejó de contener su fuerza. Con un movimiento rápido, lanzó un ataque hacia Sanemi, quien apenas tuvo tiempo de reaccionar. La pelea comenzó en serio, y aunque Sanemi intentó esquivar los golpes de Giyu, la velocidad y habilidad de su amigo lo dejaron sin aliento.
