Día 5
Masturbación al pasivo(imagen de referencia)
Luzu aflojó su corbata y suspiró pesado en cuanto se relajó contra el cómodo sofá de su hogar. Quackity se encontraba en la ducha y él estaba esperándolo para poder besarlo, mimarlo, probablemente cenar algo juntos y después ir a dormir. Compartir esos pequeños momentos con su esposo le hacían olvidar la pesadez en sus hombros tras un día largo de trabajo.
Mientras esperaba a su esposo, el mayor se dedicó a encargar algo de comida china por delivery, porque sinceramente no le apetencia cocinar la cena y mucho menos le apetencia tener a su chico lejos de él por más tiempo; de hecho, comenzaba a impacientarse por la tardanza de Quackity en su ducha.
Cuando se le confirmó su pedido (que llegaría a más tardar en cincuenta minutos), Luzu aventó el teléfono a algún lugar del espacioso sofá y se dedicó a relajarse mientras continuaba en su espera. No supo si se relajó demasiado o se quedó dormido en algún punto, pero se sobresaltó cuando la chimenea a su lado se encendió y la luz de la sala bajó sólo unos tonos. Quackity, quién iba vestido en una simple camiseta larga y ropa interior, le sonrió a modo de burla.
“¿Por qué tan a la defensiva?”.
Luzu se relajó nuevamente y extendió sus brazos hacia el menos: “Tardaste mucho, ven aquí”.
Cómo buen chico obediente que era, Quackity bajó las escaleras y se acercó al mayor, sentándose de inmediato sobre su regazo; Luzu lo recibió con un beso corto en sus labios que hizo a ambos relajarse contra el otro. Era increíble lo mucho que se extrañaban a pesar de solamente estar separados por ocho horas y que además siempre compartían el desayuno antes de que cada uno fuera a su respectivo trabajo.
Quackity terminó de quitar la corbata de Luzu y dejarla solamente colgando en sus hombros, también se dedicó a desabotonar algunos botones de la camiseta del mismo.
“Aún no te quitas el uniforme” le señaló mientras jugueteaba con el cuello de su prenda.
Luzu, coqueto, bajó sus manos desde la cintura del menos hasta sus caderas, apretando ligeramente estas: “Sé cuánto amas verme así, es un plan de seducción”.
Quackity rió y besó sus labios de manera corta.
“¿Funciona?” volvió a hablar el mayor.
“Tendrás que esforzarte un poco más” murmuró el otro.
Y a pesar de que Quackity lo dijera de broma, Luzu lo tomó como un reto. Aunque sinceramente ambos sabían que cualquier cosa que Luzu hiciera tendría al menor suplicando porque lo reclamara como suyo en cualquier del rincón de su hogar, y viceversa; pero de todos modos era divertido. Entonces Luzu llevó sus propias manos hasta su camiseta y desprendió un botón más de su prenda; tres botones eran suficientes para que su pecho quedara descubierto. Quackity lo miró con tranquilidad a pesar de que por dentro muriera de ganas de tocar su pecho sin pudor.
Su esposo era demasiado.
Luzu le miró y sonrió de manera coqueta, llevando de nueva cuenta una de sus manos hasta su cadera para jalar su cuerpo y acercarlo más hasta que estuvo sentado sobre su entrepierna. El menor colocó sus manos sobre sus hombros y sonrió también cuando el mayor le tomó por su mejilla y le acercó para un beso, beso que fue demandante desde el inicio y que le hizo jadear contra la boca de su esposo por la rudeza con la que reclamaba sus labios.