O3. diferente

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Tsukishima.

—¿Cómo te fue? —preguntó el Yams, tratando de mirar mi prueba por sobre mi hombro.

—6.8, ¿tú? —le mostré mi prueba con una sonrisa orgullosa.

—6.0. Gracias a ti, tuve todo el desarrollo bien, pero me cagó el conteo de hidrógeno —suspiró mi amigo, dejándome ver su prueba.

Revisé sus conteos y, efectivamente, estaba contando pal hoyo. —¿De dónde chucha sacaste que aquí son 21, weón? —le pregunté, apuntándole al dibujo.

—Qué voy a saber yo, weón, solo traté de contar como pude —dijo el Tadashi mirándome feo, a lo cual yo solo me reí.

—Ya, ya, no te enoji. Para la próxima, te ayudo a estudiar —le devolví la prueba aún riendo. El peliverde solo me quitó la prueba de la mano con enojo y la puso bajo la mesa.

La profe dejó de repartir las pruebas y comenzó a explicar ejercicio por ejercicio. Vi cómo el Yamaguchi se acomodó para dormir, cosa que hace en cada clase que puede.

Por mi parte, me puse los audífonos y entré a TikTok. Estuve un buen rato mirando videos, la mayoría eran reseñas de libros, películas o series, aunque también había uno que otro que me sacaba una risa bajita.

Luego de un rato me aburrí, así que me metí a Spotify y le puse play a la canción que estaba escuchando antes: "Detroit Rock City". Puta, que me gusta Kiss; vendería mis órganos por verlos en vivo una sola vez en mi vida.

—¡Joven Tsukishima! —escuché casi en mi oreja, así que salté en mi asiento. Cuando alcé la vista, vi a la profe mirándome con una cara de desprecio increíble—. ¿Podría ser tan amable de decirme cuál es el resultado del último problema de desarrollo? —dijo una vez me quité los audífonos.

«Vieja culia», pensé, ya que es obvio que espera que tenga un resultado malo solo para humillarme, pero como siempre, yo gané.

—56,321 —respondí con toda seguridad, a lo cual la profe solo me miró con cara de hoyo.

—Correcto —pude ver cómo apretaba la mandíbula de la rabia, lo cual me dio gracia. Quería dejarme como un weón, y la que quedó como una weona fue ella.

La clase continuó sin más interrupciones de la profe para mí o el Tadashi, que estaba en su sexto sueño babeando sobre la mesa.

Al rato sonó el timbre para salir a almorzar, así que pude despertar al Yams, quien primero me puteó y luego cachó que era para ir a comer, así que me dejó de putear.

—¡Wena! —apareció el weón del Hinata—. ¿Cómo les fue en Química?

—Joya, me saqué un 6.0 —dijo el peliverde, orgulloso.

—Shaaaa, a mí me fue como las weas, me saqué un 3.6, pero peor le fue al Kags, ¡WUAJA! —se burló el enano naranjo mirando a su amigo/pololo/enemigo/marido/culiamigo. No sé, no entiendo la relación de estos dos.

—Cállate un rato, Hinata —lo retó el pelinegro antes de mandarle un sape en toda la nuca.

—¿Qué tan mal te fue? —lo webié—. ¿Te sacaste un 1.0 acaso? —¿Yo, perder la oportunidad de hacer enojar a este weón? ¡JAMÁS!

—...

—¡WEBEO! —exclamó el Yams—. ¡¿TE SACASTE UN 1.0?!

—¡Ya, oh! No fue un 1.0, fue un 1.8, déjenme —explotó, a lo cual todos nos miramos y comenzamos a cagar de la risa. En respuesta, el Tobio nos sacó el dedo y luego empezó a caminar más rápido hacia el comedor. En el camino se desentuvo un libro leche (como siempre).

vinilos | t.kDonde viven las historias. Descúbrelo ahora