Bibi caminaba con pasos firmes por los pasillos del cuartel general, su bate de béisbol descansando en su hombro como un recordatorio constante de su dominio en combate. Su cabello oscuro, recogido en una coleta alta, se balanceaba con cada paso decidido, y su expresión fría espantaba a cualquiera que intentara acercarse. El eco de sus botas resonaba en las paredes metálicas, cada sonido subrayando su autoridad. Todo aquel que se cruzaba con ella se apartaba con un respeto temeroso.
“Bibi, la invencible”, susurraban algunos a su paso, mientras otros simplemente evitaban su mirada afilada.
Pero la única persona que no mostraba ni un ápice de miedo ni respeto era Melodie.
Bibi apretó los dientes solo de pensar en ella.
Horas antes
El salón de entrenamiento estaba en silencio, roto únicamente por el zumbido bajo de las luces de neón que iluminaban el lugar. El piso acolchonado del dojo era el espacio perfecto para entrenar combates cuerpo a cuerpo, y Bibi lo había reservado solo para ella esa tarde. Se suponía que sería una sesión tranquila para liberar la tensión acumulada. Nada de interferencias. Nada de distracciones.
Excepto que ella había aparecido.
—Vaya, vaya... —la voz suave pero cargada de burla hizo eco en el espacio. Bibi alzó la vista desde su posición de calentamiento para encontrarse con Melodie, quien, apoyada casualmente contra el marco de la puerta, la miraba con esos ojos oscuros y enigmáticos.
Melodie, la compositora. Siempre envuelta en sombras, siempre misteriosa, siempre molesta.
—Este es mi espacio, pianista, —gruñó Bibi, enderezándose, sin molestarse en disimular su disgusto.
Melodie entró en la sala sin pedir permiso, como si fuera suya. Sus movimientos eran elegantes, casi flotantes, y el vestido negro ceñido que llevaba le daba un aire de intocable sofisticación. Mientras avanzaba, sus dedos se movían como si estuvieran tocando un piano invisible.
—No sabía que este lugar tenía tu nombre grabado —respondió Melodie con una sonrisa ladeada—. ¿O acaso tu bate también sabe cantar?
Bibi apretó el mango de su bate con fuerza. Esa mujer sabía exactamente cómo irritarla. Todo en ella era un enigma, desde su manera de hablar hasta sus poderes. Las notas que tocaba podían alterar las emociones de cualquiera, y aunque Bibi no se lo admitiría a nadie, esa habilidad la ponía en guardia.
—¿Qué quieres? —espetó Bibi, ya harta de los juegos.
Melodie dio un par de pasos más, acercándose lo suficiente como para que Bibi sintiera la tensión en el aire.
—Simplemente vine a practicar, igual que tú. Pensé que podríamos… compartir el espacio —la sonrisa de Melodie era peligrosa, como si supiera algo que Bibi no.
Bibi sintió la frustración crecer en su interior. No podía dejar que esa mujer tuviera el control, no en su territorio.
—No me interesan tus melodías, Melodie. Yo lucho, no toco canciones de cuna.
Melodie soltó una carcajada suave, como si Bibi acabara de contar el mejor chiste del mundo.
—Es curioso que digas eso, cuando lo que más te molesta de mí es mi música. Quizá... temes que logre tocar tus cuerdas, ¿no es así?
Bibi sintió cómo el calor subía a su rostro. La provocación de Melodie la estaba sacando de quicio. Sin pensarlo, levantó su bate y señaló con él a la compositora.
—Si quieres probar lo que es una verdadera pelea, deja de hablar y pelea —Bibi estaba lista para descargar toda esa furia.
Melodie dio un paso atrás, alzando las manos en señal de rendición, pero su sonrisa nunca desapareció.
—No necesitas invitarme dos veces, reina del bate —susurró Melodie antes de deslizarse hacia el centro del dojo.
Bibi no perdió tiempo. Corrió hacia ella, blandiendo el bate con precisión, buscando un golpe limpio que desmoronara la seguridad de Melodie. Pero la compositora era más rápida de lo que parecía. Justo cuando Bibi estaba a punto de conectar el golpe, Melodie giró elegantemente, evitando el impacto por centímetros. En lugar de pelear físicamente, Melodie deslizó sus manos por el aire como si estuviera tocando un piano imaginario.
Y entonces Bibi lo sintió. Un extraño cosquilleo en su pecho.
—¿Qué demonios...? —murmuró Bibi, pero sus palabras se interrumpieron cuando una melodía suave, casi imperceptible, llenó la sala.
Melodie estaba tocando.
El aire alrededor de Bibi parecía volverse más pesado. Sus emociones empezaron a revolverse dentro de ella de una forma que nunca había experimentado. Ira, frustración, y algo más... algo que no podía identificar. El ritmo de su corazón se aceleraba a medida que la música se volvía más intensa.
—¿Qué te pasa, luchadora? —Melodie la observaba con una mezcla de diversión y curiosidad—. ¿Acaso te molesta lo que sientes?
Bibi trató de bloquear la música de su mente, pero las notas parecían resonar en sus huesos, como si Melodie estuviera tocando no solo sus emociones, sino su misma esencia. Con un grito de frustración, Bibi golpeó el suelo con su bate, el impacto resonando por toda la sala y disipando la melodía por un breve instante.
—¡Basta! —gritó Bibi, su respiración agitada.
Melodie la observó en silencio por un momento, y luego, con una sonrisa sutil, dejó caer las manos. La música se detuvo.
—Como quieras —dijo Melodie, su tono tranquilamente desafiante—. Aunque parece que te estaba gustando...
Bibi la fulminó con la mirada. Esta era la razón por la que no soportaba a Melodie. La compositora sabía cómo manipular, cómo jugar con las personas sin siquiera levantar un dedo.
—No necesito tus trucos —Bibi dio un paso hacia Melodie, bajando el bate pero manteniendo su mirada fija en ella—. La próxima vez, pelea como una verdadera luchadora.
Melodie arqueó una ceja, su sonrisa creciendo de nuevo.
—Oh, querida... Yo ya lo estoy haciendo.
Sin decir más, Melodie se dio media vuelta y salió del dojo, dejándola con una mezcla de ira y algo que Bibi no quería reconocer como intriga.
Horas después, Bibi seguía repasando el encuentro en su mente mientras caminaba hacia la sala de reuniones del cuartel. Estúpida música, pensó. Pero algo le decía que aquella pelea no había terminado.
Y lo que Bibi no sabía aún era que la verdadera batalla no sería en el dojo, sino en sus corazones.
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Entre Golpes Y Notas [Melobibi]
FanfictionEn un mundo donde los luchadores más fuertes se enfrentan en combates sin descanso, Bibi, la reina indomable del bate de béisbol, y Melodie, la enigmática compositora que manipula las emociones con su música, parecen tenerlo todo bajo control... exc...