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Abro los ojos y miro a mi alrededor, dándome cuenta de que Adela no está a mi lado. Me levanto y voy al baño a cepillarme los dientes. Luego, me dirijo a la cocina y la veo cocinando. Me sonríe y me ofrece una taza de café frío decorado

—Gracias, hermosa —le digo, sonriendo mientras tomo la taza y doy un sorbo. Siento una pequeña felicidad al ver su gesto.

Adela nos ha preparado tostadas con aguacate, así que me siento a la mesa para comer juntas.

—Tenemos que ir a la tienda hoy —me dice mientras come—tu madre necesita queso.

—Sí, después de desayunar vamos. Tú ve a bañarte primero, yo me encargo de limpiar todo esto —le respondo, mientras disfruto de mi tostada.

Adela asiente y se va al baño. Yo termino de comer y me pongo a limpiar, Cuando acabo, Adela ya ha salido del baño, así que me toca a mí. Me meto bajo la ducha, y mientras el agua cae sobre mi cabeza, cierro los ojos y mi mente se llena de pensamientos. No puedo evitar pensar en esos ojos esmeralda que veré esta tarde.

Salgo envuelta en mi toalla, el cabello aún húmedo. Me visto con algo simple y cómodo, lista para ir al hospital. Veo que Adela ya está preparada, así que bajamos juntas y nos subimos a su auto. Conduciendo hacia la tienda, me siento tranquila a su lado

Al llegar a la tienda, voy directamente a la sección de lácteos y agarro el queso favorito de mi madre. Mientras me acerco a la caja, me encuentro con Andrés, el cajero.

—¡Daiana! ¡Cuánto tiempo sin verte! —me saluda con una sonrisa.

—Sí, he estado trabajando mucho —le respondo, tratando de mantener la conversación ligera.

Pago y salgo para reunirme con Adela en el auto. Mientras me subo, le cuento lo que pasó.

—Me encontré con Andrés en la tienda —le digo, poniéndome el cinturón de seguridad.

—¿El chico intenso que no se rinde? —me pregunta, con una pequeña sonrisa.

—Sí, ese mismo —me río suavemente y le cuento brevemente de qué hablamos.

Adela arranca el auto y nos dirigimos hacia el hospital, el ambiente ligero y lleno de complicidad entre nosotras.

en poco tiempo llegamos al hospital. Salimos del coche y nos dirigimos hacia la entrada.

—Ve tú primero al cuarto de mi madre —*le digo a Adela, dándole un suave apretón en la mano.*— Yo voy a recepción para arreglar lo de la cuenta.

Adela asiente y se encamina hacia la habitación de mi madre. Mientras tanto, me dirijo a la recepción. Al llegar, me encuentro con una enfermera que parece estar de mal humor, su expresión es de pura indiferencia.

—¿Qué quiere? —me pregunta de mala gana, sin ni siquiera levantar la vista de su teléfono.

Respiro hondo, tratando de mantener la calma antes de hablar.

—Vengo a pagar la cuenta del hospital de mi madre —le respondo con la voz más controlada que puedo reunir.

—No puedo ayudarte, estoy en mi descanso —me responde, sin dejar de mirar su pantalla.

La irritación empieza a burbujear en mi interior, pero trato de mantener la compostura.

—Mira, tengo el pago completo aquí y necesito que entiendas que esto es importante. Por favor, deja de decirme que estás en tu descanso.

*La enfermera finalmente levanta la mirada, su expresión se endurece.

—¿Quién te crees?

Me enderezo, sintiendo que la paciencia se me agota.

AbelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora