࿐♡ 07

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—Chan... —Jeongin tenía la respiración agitada y su cabeza hecho un lío, todo estaba yendo tan rápido.

—Bésame más —lo calló con sus labios, sosteniendo su cadera en sus manos, acercando su cuerpo al suyo, metiendo sus manos lentamente dentro de su ropa, haciendo caso a su instinto que quería tocarlo piel a piel.

—Yo... —no podía hablar mucho, Chan no le daba mucho tiempo fuera del beso que cada vez se profundizaba más.

Chan no sabía mucho sobre el cuerpo humano, estaba consciente que no era igual, que ellos demostraban su cariño y amor diferente a ellos, que parte importante de una demostración de cariño eran palabras y regalos, cosas que él no sabía hacer muy bien, pero sí sabía algo, contacto físico.

Sus manos se adentraron a la camisa de Jeongin, tocado parte de su espalda, pero viajaron rápidamente hacia su abdomen, subiendo por su torso, obteniendo suspiros del contrario, subió un poco más hasta encontrarse con dos botones, se separó de los labios contrarios, mirando su rostro, quedando encantado en cuanto lo vio.

Jeongin, ese hermoso chico estaba acostado debajo suyo, con su camisa levantada, dejando ver sus dos pezones rosados y duros al tacto, su rostro era un completo dilema, sus labios húmedos y rosados entreabiertos que dejaban salir sus jadeos, sus cejas en una expresión preocupada, sus ojos de color miel mirándolo fijamente y sus mejillas sonrosadas.

Recordó algo que leyó en un libro de biología y relaciones humanas, recordaba que Jeongin le dio ese libro diciendo "a veces las personas se comunican sin palabras, también tienes que aprender lo que dicen sus rostros".

El libro decía que el sonrojo en las mejillas era una muestra de vergüenza o gran emoción en una persona, que no se confunda con indignación donde las cejas están fruncidas, pero las de Jeongin no lo estaban, eso significaba que le estaba gustando.

Le gusta lo que estoy haciendo...

Pronto, Chan sintió sus mejillas calientes, hacer sentir bien a Jeongin, lo hacía sentir bien a él.

—Si algo no te gusta, tienes que decirlo —habló el híbrido antes de bajar su rostro hacia su torso.

Jeongin se quedó expectante de todo. ¿Cómo Chan había aprendido todo eso?

—Chan... yo no soy una mujer... no voy a sentir nada si tocas mi... —y sus palabras se callaron cuando la lengua de su mayor empezó a lamer cerca de sus pezones.

—Si no te gusta, dime.

—Yo no creo... no creo que... —y sus palabras se cortaron en el momento en que Chan empezó a chupar su pezón derecho—. Oh~ —y de inmediato tapó sus labios.

—No hagas eso —tomó delicadamente sus manos con las suyas—. No tengas pena, Jeongin, es natural —le sonrió—, también es lindo.

¡¿Dónde aprendiste a hablar así?!

—Eso... es que... ¡No muerdas! —su espalda se arqueó en el momento en que Chan había mordido suavemente esa zona.

—¿No te gusta? —preguntó separándose.

—No es eso... —no podía mentir cuando Chan lo miraba con esos ojos—. Solo... me sorprendió.

—Qué alivio —su sonrisa, esa sonrisa que tenía a Jeongin embobado, pero tenía tanto miedo de admitir que así era.

Pasaron largo rato de ese modo, Jeongin era todo un manejo de nervios y aunque el híbrido no había tocado nada de su cintura para abajo, sus piernas estaban temblando.

Ya se habían detenido, aunque Chan estaba con sus manos ansiosas y no quería que Jeongin se sentará o se separara.

—Chan... tenemos que almorzar, ya son las dos de la tarde —no sabía cómo hablarle ahora... le daba mucha pena.

—Solo un rato más...

—Chan, tienes que comer bien o... —al momento de sentarse eventualmente hizo que el contrario se enderezara, sin saber por qué su mirada bajó, dándose cuenta del bulto que había en el pantalón contrario, luego volvió su vista a Chan quien tenía las orejas rojas.

—Perdón —dijo el híbrido.

—No tengas pena... es natural —respondió el príncipe—. Yo... quiero ayudarte —habló mirando sus ojos.

—No tiene que hacerlo.

—Sí... pero quiero —en ese momento ni siquiera pensaba bien en lo que hacía, aún tenía sus piernas temblando, pero se paró y se arrodilló acomodando su cabello antes de bajar las prendas inferiores de Chan.

El miembro de Chan acababa de chocar con la mejilla de Jeongin pues este estaba muy cerca, no sabía cómo hacerlo, nunca había leído siquiera sobre esas cosas, pero si tenía una idea.

—Oh... —el híbrido jadeó cuando sintió las suaves y temblorosas manos del príncipe sobre su miembro, bajando y subiendo cada vez más rápido.

Luego, en un pequeño acto de "¿Qué pasa si...?" Jeongin abrió su boca, sacando su lengua empezando a lamer la punta del miembro de Chan, recibiendo un grave, pero corto gemido del contrario, pronto empezó a acompañar sus manos con su boca, tratando de meterlo todo lo que podía.

—¿Te duele? —preguntó el híbrido a lo que Jeongin negó suavemente mientras seguía con su trabajo—. Si duele, dime.

Al principio el príncipe no entendió a lo que sé refería, luego cuando sintió las manos contrarias sosteniendo su pelo comprendió mejor.

El más alto había empezado a embestir su húmeda y caliente boca, llegando a su estrecha y deliciosa garganta.

Jeongin podía respirar poco, su garganta dolía, sus piernas temblaban y aun así quería seguir teniendo más ¿por qué eso se estaba sintiendo tan bien?

Faltaban pocas embestida para que Chan se liberara, soltó su cabeza, dejando que Jeongin haga lo que quisiese, pero para su sorpresa tomó sus manos devolviéndolas a su lugar, diciendo "continúa" sin decirlo.

Así lo hizo, embistió dentro de su boca liberándose dentro de poco, saliendo de ahí y viendo como Jeongin tragó todo lo que pudo de su semilla.

Estaban en invierno, pero no hacía tanto frío. 

 

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Mongrel ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora