• Capítulo 2 - Jóven

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Arte. Eso era lo que estaba viendo.

Su cuerpo. Su rostro. Su cabello. Su aura. Lo era todo. Al parecer todos los conocían, menos él. Y no eran tacones, eran botas.

Elizabeth sonrió tiernamente al ver a su único primogénito llegar a la sala. Lancelot estaba babeando. «Que obra más hermosa de Dios».

- Hola! Buenos días. - El heterocromatico se veía muy sonriente, hasta que notó una aura en la sala, era demasiado fuerte, y lo estaba viendo fijamente. «¿Quién era él?».

Oh no.

No. No. No. No. No. No

No ahora.

- Lancelot. Seguramente te acuerdas de nuestro hijo, no? Tristán. - Lancelot se quedo helado. Se había quedado sin palabras. Ese hermoso ser era el chico que tanto había odiado durante toda su vida. Se veía tan jóven, y tan.

- Buenos días, Lancelot. - Saludó Tristán con aparente amabilidad. Los demás habían entendido el aura tan intensa que se sentía entre ellos. Obviamente lo entendían, Lancelot volvía a ver al chico que le hizo la horrible cicatriz después de 10 años. Le dió la mano al más bajo y sonrió.

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Ya sabía lo que planeaban sus padres. Podía leerles la mente. No se iba a casar, no. Por ahora sólo quería admirar a ese hermoso ser que se encontraba en el hermoso jardín. Tan hermoso como él.

- Lancelot. - Su madre y su padre. Los volteó a ver, y a su lado estaba una chica. Bajita, de cabello borgoña oscuro al igual que sus ojos. Era muy bajita, y parecía una niña. Era ella. - Ella es Ginebra, queremos que la conozcas. - Bien, haría lo que ellos querían, pero, no iba a ser para así de fácil.

- Un gusto Ginebra. - Lancelot le dió la mano a Ginebra, y comenzaron una charla un poco aburrida para una de las partes.

A lo lejos estaba Tristán, viéndolo desde el jardín mientras hablaba con Gowther, Merlin y Escanor. Ese chico, Lancelot. Dios, era guapísimo, eso era muy gay de su parte, pero, tenemos que entenderlo, es Lancelot.

Gowther lo miró fijamente y habló.

- Te interesa? - Tristán volteó inmediatamente a verlo, y se quedó callado. Merlin sonrió. - Obviamente que sí, se nota. - Tristán se sonrojó un poco y sonrió. - Es imposible. Además, se supone que me cae mal, no? Igual se va a casar, y tampoco es como que él me quiera hablar. Solo lo hace por compromiso. - Escanor hizo una mueca de disgusto. - Tengo entendido que el príncipe de Benwick se quedará por un mes en el castillo de Liones, tomará entrenamientos con los Siete Pecados Capitales, junto a tí. Lo que quiero decir es que pasarás muchísimo tiempo con él, así que vete acostumbrando. - Tristán hizo un puchero de no querer que se quedara con él. Alguien apareció y abrazó por la cintura a Tristán.

Isolda.

Una chica alta, fortachona, bonita, de cabello rosa pálido y de unos ojos verde penetrantes.

- Señor Tristán. ¿Cómo está el día de hoy? - La bella doncella aún abrazaba por la cintura a Tristán, esto no le molestaba, era su amiga de todos modos. - Muy bien Isolda, gracias por preguntar. Tú como estás? - A la hermosa chica le brillaban los ojos. El chico que amaba se interesaba por ella, y eso era algo que ella apreciaba y atesoraba en su corazón. - ¡Muy bien, ahora que lo veo! - Tristán se sonrojó un poco al escuchar a la su linda amiga. Sus tíos ya le habían advertido sobre ella, y cuáles eran sus sentimientos hacia él, y él entendía eso a la perfección, pero sabía que no podría corresponderle.

Lancelot miraba la escena irritado. Esa chica, a su parecer, parecía tan irritante y molesta. Quería golpearla. Ginebra miraba de forma divertida a Lancelot.

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