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Megumi está malhumorado.
¿Quién podría estar así en el lugar más feliz del mundo?
Se encuentra en París, en Disneyland, con su novio de hace más de cinco años. Megumi tiene las típicas orejas de Mickie y viste con ropa de Disney. Desde su mochila hasta sus zapatos, todo es de Disney. Le encanta, lo ama, y su novio sabe cuánto le gusta y por eso le compro el billete de avión y los boletos, para ir juntos en su aniversario. Megumi estuvo muy contento y contaba los días que faltaban para ir. Hacía fotos a cada rato y hasta consiguió que Sukuna se pusiera también las orejas de Mickie, pero no más que eso. Sigue vistiendo como si fuera un criminal, con su chaqueta de cuero, la camiseta de tirantes, pantalones negros rotos y botas estilo militar.
Y allá dónde fuera siempre llama la atención. Sobre todo de la población femenina.
Y eso ha pasado exactamente.
Cenicienta ha intentado ligar con él.
¡Estando Megumi presente!
-Zorra... -Murmura Megumi recordando como la princesa toquiteo el brazo de su novio y se aferró a él como a un salvavidas, restregó su pecho contra el duro abdomen de Sukuna...- Maldita... ojalá tu madrastra te hubiera encerrado en tu habitación... -Sigue murmurando-
Megumi estuvo hasta contento cuando la vieron, se hicieron unas fotos y después sucedió cuando se acercó a SU novio y le coqueteó. Megumi la fulminó con la mirada, Sukuna se termino alejando de ella sin hacerle caso alguno.
Megumi conoce bien a su novio y sabe que es muy rancio para las personas y las relaciones y que a él lo ama de verdad, que sería incapaz de irse con otro -u otra- y romperle el corazón de esa forma. Pero... que le coqueteen de forma tan atrevida estando él presente... eso no.
-¡No quiero que te acerques a Cenicienta! -Le dice Megumi a Sukuna, quién solo alza una ceja-
-¿Y quién es esa?
-¡La de antes, la del vestido azul!
-Ah, esa. Bien.
Megumi mira atrás, Cenicienta sigue haciéndose fotos con niños. Por un momento conecta su mirada con la de Megumi.
-Zorra. Es mío. -Articula Megumi sin emitir sonido alguno. Observa como la chica frunce el ceño y después desvía la mirada indignada. Sonríe contento al haber marcado territorio- ¡Vamos Sukuna, quiero ver a Mulán!
