Epílogo.

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*ੈ✩‧₊˚

Las luces del hospital temblaban contra la fuerte caída. El sonido seco de una bala habia atravesado muchos oídos esa tarde. Y todo el escándalo con la policía era más que notorio dentro los movimientos giro prácticos que estaban plasmado en realidades alternas de un lírico conciso.

—¿Estas bien, Shoko?

La castaña alzó un pulgar mientras enyesaban su brazo. Las palabras del rubio se veían armortiguadas por el sonido de las canales de agua.

—¿Como esta Satoru, y Geto?

—Ellos están bien.—Utahime murmuro contra el oído de Shoko mientras ayudaba.—Se llevaron a ese loco hace tan solo una hora. Pero no pasa nada. Gracias al cielo Shoko noto cuando entro y te interpusiste entre ellos. O si no...

—Estariamos sacando dos cuerpos.

La frialdad de esas palabras era notoria. Sin duda serían semanas difícil.

Según las noticias de los médicos. Satoru solo estaba aturdido por el sonido de la bala y Suguru estaba más que todo preocupado por la salud de Satoru. Entonces todo estaría bien. De una forma poco exclusiva claro.

—¿Deberiamos buscar a Megumi verdad?

—Supongo que después de lo ocurrió. No tiene más familia a dónde acudir. Esperemos que Satoru se recupere pronto.

Todo estuvieron de acuerdo.

Luego de tres meses de estancia, el albino doblaba su ropa con delicadeza. Mientras miraba su cama en todo ese lugar. Ahora vacía en su ausencia. Permaneció los ojos en blanco. Mientras miraba su cuello vendado.

Toji se había ido.

Los oficiales no habían podido dar con el. Había escapado de nuevo.

Sus ojos buscaron su maleta y la agarro entre sus dedos. Abriendo su puerta y saliendo por los pasillos del hospital, con ya su cuerpo en mejor forma.

Entonces. ¿Por que no tengo miedo?

Mis palmas. Las delineó con los dedos y no encuentro esa sensación curva, No entiendo que es lo que siento, pero al abrir la puerta y ver a todos gritanfo y riendo no pudo evitar sentir que quería llorar.

Ya era libre. Era feliz.

—¡Mami!

La pequeño bolita de pelos corrió hasta sus cuerpo. El albino dejo caer todas sus bolsas en el suelo Lara abrazarlo. Oler su cabello, aunque el dolor de su cuerpo le dijera que parara. No lo haría.

Porque Satoru ya no se sentía solo.

—¿Hay espacio para otro?

Los ojos azules del albino se levantaron ante la sombra de ese cabello negro. Todo en su cabeza pareció quedarse en blanco. Como si no lo creyera.

Como si no lo sintiera real.

—Satoru.

Su nombre se deslizó de forma tranquila por sus labios. Sintió sus brazos abrazarlo. Cerró los ojos y comenzó a derramar las lágrimas en silencio, todos sus amigos corrieron hasta el. Para abrazarlo.

Satoru ya no estaba solo.

—¿Tu eres mi hermano?

El niño de cabello gris oscuro ladeó su cabeza hasta el albino. Sus ojos naranjas inquisitivos lo miraron. Este sonrió con delicadeza.

—Lo soy.

—¡¿Eres Satoru?!

Su emoción fue tanta que dio vueltas en el aire. Ladeó la cabeza y le permitió que le abrazara. Ya había crecido lo suficiente. Sonrió mientras sus padres miraban en silencio.

Blue Lights [Satosugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora